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Alfalfa

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

La alfalfa es un cultivo cuyo centro primario de diversidad estuvo en el medio oriente (Irán, Turquía y el Cáucaso), se expande a Europa, Asia y África con el Islam y se introduce en México con la conquista española; actualmente hay establecidas en el país alrededor de 300,000 hectáreas y en La Laguna 38,500 hectáreas, al menos hasta el año pasado.

Aunque tiene otros usos, es considerado un excelente forraje para la alimentación del ganado debido a sus valores nutricionales, al grado que se le conoce como la "reina de los forrajes", y éste es el principal motivo por el cual se ha sembrado en la región, donde incluso la superficie señalada, aunada a la dedicada a otros forrajes estacionales, es insuficiente para mantener un hato bovino lechero que presenta un inventario de 421,000 cabezas, aparte de los caprinos, bovinos de carne y otras especies animales domesticadas con valor económico y/o social para la población lagunera.

La alfalfa ha sido el cultivo forrajero más importante en que se ha apoyado la producción ganadera en esta comarca, particularmente en la producción de leche, hoy en día la cuenca más grande de México en su tipo, en torno a la cual se ha creado el corporativo lechero-lácteo Lala, también el más grande del país y uno de los más sobresalientes en el Continente Americano, además de que la producción local también provee a otros consorcios como Alpura y Nestlé, entre los más relevantes.

El valor de la producción regional de alfalfa, que en 2010 oscilaba en mil cuatrocientos millones de pesos, lo convierte junto con el algodonero (730 mdp) y otros forrajes como el maíz y sorgo (casi 1000 mdp), destaca en el padrón de cultivos dentro del Distrito de Riego 017 Comarca Lagunera.

Inicialmente la alfalfa se sembró en México como cultivo de temporal, sin embargo, el crecimiento de la población urbana atraída a las ciudades por el proceso de industrialización impulsado por el Gobierno mexicano a mediados del siglo pasado, estimuló la producción agropecuaria, donde la demanda creciente de los productos alimenticios de origen animal cambiaron la estructura productiva en las diferentes ramas de la ganadería, entre ellas, la producción lechera de bovinos, que se transformó de explotaciones rústicas, muchas de ellas familiares, a empresariales tecnificadas, como las que predominan en esta región.

En el fomento de esta actividad desempeñó un papel clave el apoyo gubernamental a través de políticas fiscales, crediticias, de inversión en infraestructura y equipamiento, primero, de las explotaciones forrajero-lecheras, y después en las de derivados lácteos, particularmente en el corredor centro-norte del país. Esta actividad originalmente fue desarrollada por pequeños y medianos productores agropecuarios, sin embargo, los diferentes períodos de crisis que enfrentó favorecieron la concentración en los principales consorcios lechero-lácteos actuales, y si bien aún persisten amplios grupos de productores en diversas regiones del territorio nacional, la mayor parte de las ganancias que genera también se concentran en los grandes grupos empresariales.

La expansión lechera, enclavada dentro del llamado proceso de "ganaderización de la agricultura" que ocurre en algunas regiones agrícolas del país, especialmente en los valles irrigados donde además de disponer de suelos fértiles se construyó una parte importante de la infraestructura hidráulica conformada por grandes presas, y donde se ubican importantes depósitos de agua dulce subterránea, es favorecida por el desplome de la producción algodonera en esos valles, al aprovechar las tierras y agua en que se sustentó el llamado "cotton belt" creado a fines del Siglo XIX y principios del XX en el norte de México y Sur de Estados Unidos.

Pero la expansión lechera se sustentó en la producción de forrajes, particularmente de alfalfa por lo que se menciona anteriormente, cultivo que, sin embargo, es altamente demandante de agua al requerir una lámina que oscila entre 1.5 y 2.0 metros de altura según la tecnología que se utilice para su riego, es decir, de 15 a 20 millones de litros de agua por hectárea, y por su característica de ser cultivo perenne depende principalmente del suministro de agua subterránea.

Actualmente la superficie destinada a este cultivo demanda el equivalente al volumen disponible en el acuífero principal de la región, por lo que el uso que se le da a la alfalfa compite seriamente con otros usos como el doméstico-urbano, donde el déficit es severo al grado tal que los volúmenes extraídos se ha comprobado están cada vez más contaminados. Al respecto, si bien las innovaciones tecnológicas han aumentado la eficiencia del agua aplicada en el riego de este cultivo y han permitido un ahorro en los volúmenes utilizados, tal parece que la investigación agrícola debe ya orientarse en otro sentido y no aferrarse a mantener la alfalfa .

Así, todos estos factores, los nacionales como el aumento en la demanda de leche derivada de la urbanización del país, o regionales como la crisis algodonera y la disponibilidad de tierra y agua, favorecieron la producción lechera en La Laguna, la cual, sin embargo, actualmente enfrenta retos que no se previeron y que indican las dificultades que hacen inviable continuar no sólo su expansión, sino su permanencia en la economía local como actividad importante, en virtud de que al rebasar los umbrales, sobre todo en la disponibilidad de agua subterránea, requiere de cambios significativos y uno de ellos es la inevitable reducción drástica de la superficie destinada a cultivar la alfalfa.

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