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Año del daño

GENARO LOZANO

E l 2011 podría haber sido un buen año para la relación más importante que tiene México con el mundo: la que mantenemos en piloto automático, que a veces soportamos y de la cual otras muchas nos beneficiamos con Estados Unidos.

Después de todo, en 2011 supimos que América del Norte superó a la Unión Europea en flujos comerciales, con lo que México, Estados Unidos y Canadá integran hoy el bloque comercial más dinámico e importante del mundo.

De igual forma, en este año se hizo un tímido y muy criticado esfuerzo por mejorar la imagen de México en Estados Unidos, el país que dicho sea de paso es la fuente principal de nuestros ingresos por dólares tanto por el turismo como por las remesas de nuestros paisanos que viven y trabajan al norte de la frontera. El video del "Royal Tour México" en el que participó el presidente Felipe Calderón fue un esfuerzo que no se había visto en los cinco años de su gobierno por tratar que en Estados Unidos se hable de México más allá de la violencia y de los más de 60 mil muertos de la guerra contra el narcotráfico.

Adicionalmente en 2011, pese a que la migración ilegal de México a Estados Unidos registró una caída histórica, ha habido una brutal embestida de leyes antimigratorias que han sido aprobadas en varios estados, como la SB1070 de Arizona. Ante ello, la diplomacia mexicana ha actuado bien, ampliando su ámbito de acción al cabildeo judicial, acompañada de la sociedad civil en Estados Unidos y por el apoyo de varios países de América Latina en demandar en las cortes estadounidenses que se detengan los atropellos a la dignidad de los migrantes mexicanos que contribuyen a generar riqueza en Estados Unidos.

El año también se caracterizó por la unión de fuerzas entre la sociedad civil organizada de ambos países. Una iniciativa llamada "Alto al contrabando de armas", encabezada por más de treinta organizaciones mexicanas y estadounidenses, ha recaudado casi 32 mil firmas para demandarle tres acciones concretas al presidente Obama para que detenga el tráfico ilegal de armas de su país a México.

Sin embargo, 2011 cierra mal para la relación bilateral, un indicador de que 2012 tendrá aún más turbulencia.

Mientras que los gobiernos del presidente Calderón y del presidente Obama se han esforzado en destacar los niveles de cooperación sin precedentes, la Operación Rápido y Furioso y la confirmación de que la DEA, la agencia estadounidense antinarcóticos, lava dinero en México muestran los problemas de un lustro de haber privilegiado la seguridad y el combate al narcotráfico como el eje rector de la relación bilateral.

Bajo el pretexto de la "seguridad nacional", el gobierno mexicano ha sido profundamente hermético para informar a la sociedad en torno a estos temas. Los mexicanos nos enteramos de la operación "Rápido y Furioso" gracias a la información que vino de los medios de comunicación estadounidenses, más que por el propio gobierno mexicano. También supimos que la DEA ha lavado dinero en México gracias a la información publicada en diarios estadounidenses y vimos cómo el gobierno mexicano se contradijo al decir primero que no conocía de tal operación para recular después.

Error tras error, abuso tras abuso, mal manejo de comunicación por parte del Ejecutivo mexicano, sin una dirección clara y con una desatención del Congreso mexicano ha tenido como resultado una relación bilateral "desmigratizada", pero narcotizada al máximo, empeñada en continuar con una estrategia de combate al narcotráfico que no ha funcionado y que ha acabado con la vida de miles de mexicanos.

Para abonarle al año del daño, la dinámica electoral en la que están ya inmersos México y Estados Unidos también ha empezado a provocar turbulencias. Las contiendas presidenciales de México y de Estados Unidos se sincronizan cada 12 años y 2012 será secuestrado por la contienda electoral. Al norte de nuestra frontera, los precandidatos republicanos a la presidencia han debatido ya en 12 ocasiones y han emitido diversas declaraciones alarmistas sobre México y de nuestra parte, los precandidatos presidenciales han empezado a sacudirse del provincialismo y a opinar sobre la relación bilateral.

El 2012 será todavía más complicado porque la embajada de México podría quedarse acéfala. El embajador Arturo Sarukhán lleva prácticamente todo el sexenio de Calderón al frente de nuestra misión diplomática en Washington DC, trabajando bien, representando al presidente Calderón efectivamente, metiéndose hasta la cocina de los actores más importantes para la relación bilateral que están en Estados Unidos, pero así como Sarukhán dejó el Consulado de NY para integrarse a la campaña de Felipe Calderón en 2005, así podría dejar la embajada en 2012 para integrarse a alguna campaña presidencial. Ojalá no sea el caso, porque su presencia en Washington será más que necesaria.

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