Desde los inicios de la presencia del hombre sobre la Tierra, el cuestionamiento sobre la muerte o vida después de la vivida ha sido tema apasionante, herramienta importante para que las religiones del mundo busquen alcanzar entre sus seguidores control de mentes, comportamientos y cuerpos.
El temor a la muerte y lo que venga después, -si es que viene algo- según creencias de cada quien, es utilizado por muchos oportunistas para hacer fortuna a costas de los demás; el sentimiento se agudiza cuando anuncian el fin del mundo, con el consecuente exterminio de la vida sobre esa pequeña costra de tierra fértil que muestra nuestro planeta, o lo que queda de ella.
Este sentimiento de temor y para algunos de esperanza, no es nada nuevo bajo el sol; manifestado con el arte lítico de los humanos de la prehistoria, seguido por las sentencias de destrucción que se leen en los textos babilónicos, los miedos padecidos por los egipcios antiguos, -que llevaron al faraón a liberar a sus esclavos judíos quedándose sin mano de obra- o lo escrito por el evangelista Juan, en su texto del Apocalipsis, formando parte de la filosofía judeo-cristiana, advirtiendo la segunda llegada de Dios, sobre una nube, enjuiciándonos a todos y separando a buenos de malos -carneros o cabritos- para hacer valer su promesa e imponer un nuevo orden mundial que tendrá "mil años de duración", numerología simbólica, indiscutiblemente.
Si a esto usted le agrega lo inculcado sobre el castigo eterno, el infierno descrito e inmortalizado por Dante, seguido de los escritos religiosos del oscurantismo, comprenderá por qué el miedo a morir nos ha acompañado a lo largo de los tiempos.
En toda la historia del mundo podemos leer presagios de destrucción; recuerde a los Mayas y su quinto sol, con numerología que propone que la vida en la Tierra terminará por quinta vez, afirmación que ha servido para que algunos publiquen libros sobre el evento catastrófico y de paso ganen buen dinero.
Desde luego que esa y otras posturas, representan meras suposiciones interpretativas.
Con el transcurrir del tiempo, han aparecido otros famosos por sus predicciones; entre ellos el más nombrado: Michel de Nôtre-Dame -14 de diciembre de 1503 - 2 de julio de 1566-conocido como Nostradamus, hombre curioso, investigador, médico, alquimista y astrólogo de origen judío, que con sus aciertos como galeno, adivino y futurólogo, logró acumular riqueza y hacerse aceptar y hasta reconocer en las cortes europeas de su época, a pesar de tener una vida plagada de desastres familiares, que él mismo no pudo adivinar y prevenir, cumpliéndose aquello de "en la casa del herrero, cuchillo de palo".
Otro de ellos, San Malaquías, religioso llevado a la corte celestial por la Iglesia Católica, expuso dos predicciones: una sobre Irlanda, su país natal y la otra, sobre los papas; con ambas pudo influir en la toma de decisiones de autoridades eclesiásticas y políticas de su tiempo.
Para los católicos contemporáneos, también hay advertencias espectaculares, caso de las profecías o secretos de Fátima, que en varias entregas han hecho llamados a la cordura, el buen vivir y comportarse como seres humanos correctos, que socialicen en armonía. Huelga decirle que de nada nos ha valido y continuamos aplicándonos unos a otros la "ley de la selva".
Podemos sumar a otros agoreros, incluidos pseudoprofetas, magos, brujos y todo tipo de charlatanes, siempre persiguiendo los ingresos necesarios para subsistir en esta rabiosa sociedad de consumo.
Entre los más novedosos, apareció un anciano predicador de California, Harold Camping, que sembró la duda y el temor entre un buen grupo de personas, anunciando que el fin del mundo sería el 21 de mayo del presente año y no sucedió nada.
Luego, después de recuperarse y con la determinación de no perder los jugosos ingresos recibidos por donativos de crédulos, reconoció su error y lo justificó con "sus malas interpretaciones del significado espiritual de las escrituras".
Vale la pena mencionar que Camping, con su Family Radio International, organización "no lucrativa", ha recibido cuantiosas cantidades de dinero; tan sólo en 2009, reportó al fisco que recibió 18.3 millones de dólares en donaciones y tener bienes por más de 104 millones de dólares, incluyendo 34 en acciones y otros valores intercambiados públicamente. Para no quedar fuera del negocio, ahora ajustó el fin del mundo para el 21 de agosto de 2011.
Ya otros agoreros fijaron el 21 de diciembre de 2012, como el fatal, dándonos un poco más de tiempo para disfrutar de la vida y poner en orden nuestras relaciones humanas, que las cosas materiales se volatizarán con "una bola de fuego", afectación por un meteoro y/o hasta la invasión de seres de otros planetas.
En tanto eso suceda, ¿qué le parece si nos organizamos y tratamos de vivir mejor y en armonía?
Ydarwich@ual.mx