Los jugadores pamperos no daban crédito del resultado tras el silbatazo final y sólo se lamentaron entre ellos, por lo que ante el conjunto juvenil de Costa Rica, buscarán su pase a los cuartos de final de la Copa América 2011. (EFE)
Colombia aprobó en Santa Fe todas las asignaturas futbolísticas pero falló en la definición y sólo por eso no venció a una frustrante Argentina en el partido que abrió la segunda jornada del Grupo A de la Copa América.
La selección local se retiró del campo sonoramente reprobada por los hinchas, que por momentos insultaron a sus jugadores y por otros hasta pidieron a Diego Maradona, todo un grito de guerra en el futbol argentino. Sólo el guardameta Sergio Romero dio la talla en el equipo local, que fracasó una y otra vez ante un equipo colombiano ordenado tácticamente y con una fortaleza espiritual que contagió a los miles de hinchas que lo alentaron.
El cero definió el primer tiempo de los de Sergio Batista, que repitieron y hasta empeoraron la discreta actuación en el debut del torneo ante Bolivia.
Dubitativo en defensa, flojo en el centro del campo y anémico ofensivamente, Argentina no se fue al descanso en desventaja porque Sergio Romero estuvo lúcido y expeditivo en las que le tocó intervenir y porque Dayro Moreno malogró una situación que le costará olvidar cuando corría el minuto 25.
Colombia cedió el terreno y la posesión del balón al equipo local, con cuatro defensas bien concentrados, un medio tapón, otros cuatro perros de presa que defendían y se desplegaban en ataque y Radamel Falcao como ariete y único jugador que no pasaba la línea de la pelota a la hora de recuperar.
Pero no bien los de Hernán Darío Gómez descubrieron la endeblez defensiva de Argentina, comenzaron a animarse y a generar sensación de peligro constante en las cercanías de Romero.
La Albiceleste no hacía pie en el centro del campo, donde Javier Mascherano, hoy extremadamente rústico, se debatía en solitario ante la superioridad numérica que en esa zona ejercía Colombia y la intrascendencia de sus laderos Ever Banega y Esteban Cambiasso, que nunca encontraron su lugar.
Sólo Pablo Zabaleta plantó cara en los primeros minutos con algunas proyecciones interesantes por la banda derecha, que no tenían continuidad en ninguno de los tres delanteros, incluido un Lionel Messi desconocido.