La cultura asiática invade la última edición del Festival Internacional de Edimburgo, que se inauguró hoy en esta ciudad escocesa rodeado de polémica por la destacada participación de China.
Esta noche, con un concierto de la soprano Lydia Teucher, arrancó una de las citas escénicas más importantes de Occidente que este año centra su mirada en Oriente, con representaciones de Shakespeare en coreano, un montaje de "Las mil y una noches" en árabe o la revisión de la danza india tradicional.
Ha sido la invitación a dos de las compañías más importantes del gigante asiático, el Ballet Nacional de China y la Opera de Pekín Shanghái, lo que ha enfurecido a las organizaciones de derechos humanos, que recuerdan la persecución de las autoridades de ese país a sus disidentes.
El problema, según Amnistía Internacional y Tibet Society -que han denunciado el trato que está recibiendo el artista chino Ai Wei Wei- es que Pekín ha participado en la financiación del festival al pagar el viaje de estas dos compañías.
La polémica no ha evitado que un año más, a pesar de la lluvia y las inundaciones que afectan a Escocia este verano, las calles de Edimburgo se conviertan en un hervidero de creatividad y expectación durante el que es considerado el mayor festival del mundo.
Junta a la cita más institucional del Festival Internacional que dura hasta el 3 de septiembre, se celebra en la capital escocesa otro dedicado al teatro alternativo, además de los festivales de televisión y literatura.
Entre la programación del festival internacional que se inauguró hoy destaca las versión de seis horas de "Las mil y una noches", considerada la joya de esta edición, que bajo la dirección del británico Tim Supple cuenta con un elenco de varios países para interpretar la obra en árabe.
Especial interés tiene también, en tierras británicas, disfrutar de las versiones de tres obras de William Shakespeare, "La Tempestad", "Rey Lear" y "Hamlet", desde la visión de la compañía coreana Mokwha y las chinas Contemporary Legend y la Opera de Pekín Shanghái, respectivamente.
El Fringe de Edimburgo, dedicado al teatro alternativo y que comenzó el 5 de agosto, ya ha calentado motores y es el que está dando un tono más irreverente y colorido con sus 2.500 espectáculos que van desde una maratón de danza a la versión teatral no autorizada de Harry Potter o un musical sobre Hitler.
Las medievales calles de Edimburgo se llenan, durante todo el día, de actores, comediantes, bailarines y cantantes que actúan para los transeúntes con el fin de promocionar y vender entradas para sus espectáculos nocturnos.
Este año, el actor norteamericano John Malkovich ha sido uno de de ellos y ha pasado por la céntrica Royal Mile repartiendo octavillas de su montaje como director en homenaje a Harold Pinter.
Hay quien ofrece abrazos gratis, un adelanto de su actuación o quien reclama ideas para su espectáculo. Todo vale para darse a conocer y atraer la atención de los miles de aficionados al teatro que se acercan estos días a la capital escocesa.
"Estamos todos juntos en esto, ésta es la atmósfera que se respira aquí: nos apoyamos, y vamos a ver los espectáculos de los demás. Estamos aquí porque nos encanta lo que hacemos", explicó a Efe uno de los actores de la obra "Nothing to show", que se desnudan en plena calle.
Este año, muchos de los agudos y corrosivos comediantes de este festival han tenido que cambiar sus guiones a última hora para hablar de lo que todo el mundo habla estos días, la ola de violencia callejera que ha afectado a la vecina Inglaterra. El humor negro se atreve con todo.