El diestro mexicano Arturo Saldívar se alzó ayer como el primer gran triunfador en el inicio de la Temporada Grande 2011-2012 en la Plaza México. (El Universal)
Cuajado, rotundo, impresionante. Una figura en ciernes. Con esa etiqueta, Arturo Saldívar firmó su comparecencia en el festejo inaugural de la Temporada Grande de la Plaza México.
El aguascalentense cortó un rabo, el número 125 en la historia del coso capitalino, y cuatro orejas, apabullante estadística, reflejo de las faenas con las que diluyó los esfuerzos de sus alternantes en el ruedo, el español Enrique Ponce -quien obtuvo un apéndice- y el confirmante Diego Silveti, quien se fue de vacío en una de las citas más esperadas de su carrera. La apertura de campaña alcanzó las cuatro horas de duración, salieron por la puerta de toriles nueve ejemplares de la ganadería de San Isidro, de juego desigual, entre los que se destacó la calidad del obsequiado por el alumno de Tauromagia Mexicana para cerrar la función, el de los máximos apéndices, cuyos restos fueron premiados con el arrastre lento.
Maneras y actitud de figura. Así se distinguió Saldívar apenas con el saludo capotero al tercero del festejo. Una larga cambiada y un farol de rodillas para abrir boca frente a un toro que acusó debilidad y al que apenas permitió se castigara. Dio la impresión -en ese afán de dosificar la fuerza del astado- que el de San Isidro llegó crudo a la muleta.
Arturo rubricó una faena riñonuda, esencialmente construida por pitón derecho, de muletazos templados en los que el astado puso a prueba el aguante del jalisciense, cuyo mérito fue meter en el engaño a un manso, huidizo. Dejó un espadazo delantero y salió al tercio.
El quinto de la tarde le permitió dibujar el toreo en redondo, debajo de la lluvia, aún con la piel abierta por la cornada sufrida hace tres semanas en Calanda, España. Así se plantó Arturo para mostrar que tiene madera de joven figura. Con más motor que su primer antagonista, éste le permitió el toreo ligado, en redondo, en los terrenos que pedía el toro. De nuevo mostró valor, quieto, firme, a pesar de los amagos del astado. Lo despachó con una efectiva ración de acero, el de San Isidro tardó en entregarse y, ante la emotiva escena, el público pidió los trofeos para el torero.
Saldívar no se conformó. Las dos orejas y la puerta grande no eran premio suficiente. Regaló un toro y tiró la plaza. Saldívar bordó el toreo, deletreó cada muletazo, hizo gala de temple, de inteligencia para aprovechar a cabalidad las condiciones del bondadoso astado. Rotundo, en plan de maestro joven, Arturo cuajó una faena de altísima nota y la rubricó con el acero. Aseguró el rabo, la salida a hombros y la expectación por verlo pronto.
El valenciano Enrique Ponce sorteó la bronca de su primer turno. El público protestó, pues consideró que su enemigo era escaso de presencia.
El sustituto también generó reclamos y Ponce se despidió entre opiniones divididas. Su segundo ejemplar le permitió mostrarse, ejecutó el toreo suave y rítmico que encanta a la afición, "poncinas" incluidas y, tras media estocada, cortó un apéndice.
El debutante Diego Silveti confirmó alternativa arropado por el cariño de los aficionados. Patentó la clase de su dinastía, las buenas maneras de su sello personal, pero se topó con un lote que no le dio opciones.
Antitaurinos Presentes
Antes de la gran faena de Saldívar, en las afueras de la Plaza México, un grupo de antitaurinos realizó una protesta mientras que adentro, previo al festejo, los toreros y aficionados dieron una vuelta al ruedo con una manta que decía "Toros sí".
'ZOTOLUCO', EL PRÓXIMO DOMINGO
Eulalio López "Zotoluco" encabeza la segunda combinación de la Temporada Grande 2011-12 en la Plaza México. La primera figura del toreo mexicano comparte créditos con el español Alejandro Talavante y el aguascalentense Mario Aguilar, otro alumno de Tauromagia Mexicana, con quienes despachará ejemplares de la ganadería de Marrón.