El Estadio Torreón lució la mejor entrada en lo que va del Mundial Sub-17 en esta sede. En la parte de sol, muchos valientes aguantaron el clima. (Fotografías de Jesús Galindo, Enrique Terrazas, Ramón Sotomayor y Eduardo Sepúlveda)
La mejor entrada en el Estadio Torreón en lo que va de la Copa Mundial Sub-17 se dio para ver a ingleses y uruguayos. La cifra FIFA supera los once mil asistentes al primer partido de ayer, en el que se definió la posición de ambas selecciones. En el segundo encuentro de la jornada, el favorito sentimental (Uzbekistán) alcanzó la cima del Grupo D, para algarabía de los 14,673 que estuvieron presentes (también número proporcionado por el organismo rector del futbol mundial).
Desde que se supo que Torreón recibiría a Inglaterra y Uruguay en un partido de la primera fase, se despertó una gran expectativa entre los laguneros. Los nombres históricos de estos países fueron factor para atraer aficionados y los jugadores en la cancha no defraudaron.
Las bancas de la zona de sombra se fueron cubriendo por personas que llegaron al inmueble con la esperanza de ver un buen encuentro de futbol, mientras en la parte donde el sol no tiene piedad, las "manchas humanas" se multiplicaron a comparación de lo que se había visto en días anteriores.
Los ingleses salían a este partido con la necesidad de ganar para asegurar su pase a los octavos de final, mientras que su rival sudamericano ya tenía un lugar reservado en dicha etapa y sólo iba en pos del liderato de grupo.
En esta ocasión, por primera vez en el torneo en Torreón, la tribuna estaba dividida. El clásico grito "grosero" que se oye cuando despeja un portero ahora se entonó por igual. Los aplausos y abucheos iban de un lado a otro sin distinción, hasta que ingresó al campo Maximiliano Moreira. Quizá sin saber por qué, el charrúa se hizo acreedor a la desaprobación general cada que tocaba un balón.
Y al final, el reconocimiento del público llegó para los jóvenes que hoy juegan un Mundial en una tierra que vive futbol.