'Aunque se hayan ido no los hemos olvidado'

Empotrado en la tumba, el ángel va cambiando de color mientras sostiene a la Guadalupana. Maria Luisa Alanís pone gran esmero en los detalles y con cada pincelada minimiza los estragos que el tiempo ha dejado en la última morada de quien fue su suegra, quien aunque asegura que en vida no la quiso, supo ganarse su corazón.

"No me quería, creo que porque yo siempre he sido muy alegre, pero yo sí la quise y aquí estamos", dice María Luisa, cuyos ojos se llenan de lágrimas. "Son los recuerdos", justifica.

A los pies de la tumba yacen manojos de flores de cempasúchil, las mismas que en la tradición azteca -se dice- guiaban las almas de los difuntos.

María Luisa trabaja en los arreglos en compañía de su nuera, Ana Romero, con quien asegura forman una mancuerna de "mejores amigas".

Ambas visitaron este 2 de noviembre, Día de Muertos, a la suegra de María Luisa, la señora Andrea Estrada, además a otros difuntos, como su abuelo Marciano Alanís, el suegro Jesús Pérez y un tío, Juan Alanís.

El camino es el mismo cada año. Para María Luisa visitar a sus difuntos más que una tradición, "es un deber... una muestra de amor".

"Venir aquí es demostrar que aunque se hayan ido no los hemos olvidado, recordamos lo bueno y también lo malo, recordamos la experiencia que nos dejaron y sus consejos", asegura María Luisa.

El día para esta familia inició desde las 8 de la mañana y concluye por la tarde, una vez que han arreglado todas las tumbas de sus seres queridos.

Una mezcla de nostalgia y convivencia familiar provoca que llamen a los músicos, quienes aprovechan esta fecha para complacer no sólo a los vivos sino también a los muertos.

Mientras ambas mujeres pintan las efigies de la tumba, el grupo norteño hace sonar la guitarra y el acordeón mientras cantan la canción de 'El Columpio', melodía que gustaba a la suegra difunta, Doña Andrea Estrada.

"Nosotros venimos a recordar los momentos felices", dice María Luisa, quien sonríe mientras se enjuga las lágrimas.

Esta familia de Matamoros se esmera también en que los hijos -cuatro que tiene- María Luisa con su esposo Arnulfo Altamirano, conozcan, respeten y sigan la tradición del Día de Muertos.

Para este dos de noviembre el panteón San Francisco -el principal de Matamoros- se encuentra repleto.

 COMPARTEN SU DOLOR

Adentro se mezclan historias de difuntos narradas por sus familiares que les sobreviven y que en el camposanto se encuentran con vecinos y amigos con quienes conviven.

Diferentes familias de Matamoros, comparten el mismo dolor, todos han perdido a alguien y acuden para recordar a quienes de alguna manera nunca se han ido.

Por los costados del panteón las calles ya acordonadas por la Policía (ante la gran afluencia vial) se ven personas de la tercera edad, algunos con discapacidades, niños corriendo tras los carritos de frutas, elotes y churros, madres que cargan con la sombrilla y el rosario mientras los jóvenes con la escoba y agua para limpiar las lápidas.

Otros más llevaron cerveza para terminar la jornada.