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¡Ay, ese Chava Flores!..

ADELA CELORIO

"Oye Bartola, hay te dejo esos dos pesos /pagas la renta/ el teléfono y la luz/ de lo que sobre/ coge de ahí para tu gasto/ y guárdeme el resto para echarme mi alipús/ ¡Ay ese Chava Flores! Qué bien conocía a los maridos tacaños, miserables de porquería, que insisten en ignorar que dos terceras partes del dinero que perciben le pertenece a la señora de la casa por la simple razón de que es ella quien realiza dos terceras partes del trabajo que mantiene a la familia a flote.

Y qué bien conocía Chava Flores a las mujeres que como Bartola, hacen el cotidiano milagro de estirar los centavos y multiplicar en su mesa los panes y los peces. Madres solteras, mujeres abandonadas por la pareja, que a cualquier edad y sin más preparación que la que ofrece la vida misma; inician de madrugada la odisea de conseguir transporte público para; con pañalera al hombro, mochilas y chiquillos, llegar temprano a la guardería donde depositan al más pequeño que debe presentarse bien limpio y con una muda de ropa; antes de seguir camino a la escuela donde se quedan los mayorcitos, y de ahí, ¡a correr que se hace tarde! para aparecer puntualmente en la casa de la patrona, donde lavan, planchan, limpian, y cocinan lo ajeno, antes de salir apresuradas y nerviosas a recoger a sus chiquillos en la escuela e iniciar el mismo periplo, pero ahora de regreso a casa, donde con el dinero tan duramente ganado, pagan su humilde techo y ponen en su mesa las tortillas, la sopita de fideo, los frijoles calientes; antes de ponerse de nuevo a lavar, a planchar y limpiar; ahora lo propio.

Existen en nuestro país más Bartolas de las que podemos imaginar, y vaya para ellas toda mi admiración y respeto en este mes de marzo que estamos iniciando, y que no sé por qué razón, alguien designó como el Mes de la Mujer. De que se vive con seis mil pesos mensuales y hasta con bastante menos; es una triste verdad. Lo que es una perversa mentira es que esa cantidad sea suficiente para cubrir algo más que las necesidades más elementales.

Menos mal que en nuestro variado mosaico socioeconómico contamos también con un grupo creciente de mujeres que con preparación técnica o universitaria, trabajan fuera de casa y aportan su sueldo para mejorar la situación familiar.

Con dos sueldos ya se puede pensar en una hipoteca, en pagar un auto a plazos y aunque el pago de colegiaturas (aún con la pequeña deducción que por reciente disposición hace el gobierno) significa un sacrificio económico para las clases medias, los padres lo hacen con gusto para asegurar a sus hijos una educación muy superior a la que ofrecen los "maistros" de Elba Esther en las escuelas públicas.

Y como nuestro país es grande y diverso, hay un espacio también para las afortunadas mujeres (generalmente esposas de políticos) que no tienen que gastar el tiempo de su vida en los quehaceres domésticos porque cuentan con sirvientas mozos y choferes.

Que escoltadas por guaruras llevan a sus hijos al colegio en lujosas camionetas antes de irse al gimnasio, a la "estética", al club y a comer en algún restaurante de moda con sus amigas. Van de shopping a Miami, y con cierta frecuencia visitan Las Vegas para jugar ahí los dolaritos que les sobran; porque como dice Chava Flores que tan bien retrató a la sociedad mexicana en sus canciones: "el dinero que yo gano/ toditito te lo doy/ tú no aprecias mis centavos/ y los gastas que da horror, yo por eso no soy rico/ por ser despilfarrador/.

Menos mal que a nadie sorprende ya el lenguaje barroco e inane de nuestros políticos. Lo sorprendente es que después de tantos años de oírlos seguimos sin acostumbrarnos a la estupidez. Y lo más sorprendente aún, es que no hayamos perdido capacidad de reacción y todavía nos irriten las estúpidas declaraciones que a la menor oportunidad arrojan por la boca sin responsabilidad ni mesura.

Esta vez fue Ernesto Cordero, secretario de Hacienda y Crédito Público, quien hace unos días abrió su bocaza para asegurar que: "son muchas las familias mexicanas, donde, con ingresos de 6 mil pesos al mes, tienen el crédito para una vivienda... para un coche, que se dan el tiempo para mandar a sus hijos a una escuela privada...". (Permítame aclararle señor Cordero, que mandar a los hijos a escuelas privadas no es cuestión de tiempo sino de dinero).

Todos sabemos que ese señor miente, el también lo sabe y esa es la gran perversidad y el cinismo político al que ¡gracias a Dios! no acabamos de acostumbrarnos. Sin embargo, en un acto de buena fe, se me ocurre que si a la señora del Secretario de Hacienda le alcanzan seis mil pesos para todo lo que su esposo cree que alcanzan; será porque es una buena Bartola. De veras que lo que el país necesita son más políticos... desempleados.

Adelace2@prodigy.net.mx

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