Siglo Nuevo

Bellamente útil, útilmente bello

ARTE

Morph, Canasta 8, 2010.

Morph, Canasta 8, 2010.

Miguel Canseco

Los diseñadores industriales se entregan a la tarea de resolver necesidades cotidianas y expanden su rango de acción a la estética pura. A través de una reflexión de palabras e imágenes busquemos la frontera entre el arte y la utilidad aplicada.

TRANSMUTACIÓN DE LO COTIDIANO

Una tetera. Implemento sencillo cuyo silbido de vapor es sinónimo de la cotidianeidad de una casa. La belleza no está dentro de sus funciones, sin embargo cuando alguien compra una suele llevarse la que más le gusta. Como cualquier objeto, a su manera proyecta la forma de pensar y vivir de quien lo posee. Y si en nuestras posesiones se refleja un modo de ver el mundo siempre existirá alguien que no se conforme con lo habitual y masificado, que busque algo único y se atreva o pueda pagar más por esa exclusividad.

Hablemos de teteras. En 1985 Michael Graves, arquitecto y diseñador, fue comisionado para idear una con instrucciones precisas: que calentara más rápido que las de la competencia, tuviera un ensamblado perfecto y no excediera los costos predeterminados de producción, distribución y promoción. En suma, todo tenía una razón de ser, un objetivo. Graves creó una tetera de base amplia con un trazo geométrico simple, puntos rojos en la base, una manija azul de plástico y en la punta, detalle genial: un pajarito de plástico que trina cuando hierve el agua. En suma, inventó una nueva personalidad para un artículo común. El mayor elogio a su creación vino de un poeta francés: “Siempre me levanto de mal humor. Ahora pongo su tetera por la mañana y cuando comienza a cantar me hace sonreír”. El éxito comercial de la pieza fue rotundo y se convirtió en un clásico del diseño industrial. Aquí todas las partes quedaron satisfechas: los inversionistas, el fabricante, los consumidores y por supuesto Michael Graves. Su nombre ganó prestigio y se convirtió en un valor agregado para el producto. Un buen diseñador, cual rey Midas, cambia el sentido de un objeto, modifica su forma sin afectar su función, agrega belleza donde antes no existía y genera ganancias extraordinarias en un mercado ávido por nuevas propuestas.

¿ES O NO ES ARTE?

‘Arte’ es un término subjetivo, jaloneado por mareas de opiniones y teorías. Puede referirse al acabado virtuoso de una obra o a la actitud nihilista que rompe esquemas. Podríamos encontrar un terreno de común acuerdo en entender dicho término como una expresión afín a la inteligencia y la emoción, una cualidad que lleva inherente una actitud innovadora que obliga a ver el mundo de otra forma, explorar lo desconocido y romper esquemas predeterminados para crear algo nuevo... Como una tetera con un pájaro silbador.

El público asume que el artista trabaja en completa libertad, pero es un ser humano y para comenzar el presupuesto es una restricción ineluctable. Hay quienes siguen su visión interior sin prestar atención a las opiniones y necesidades de su público. Pero actuar de esa forma tampoco es garantía de un resultado óptimo. Como señala cáusticamente el filósofo Félix de Azua: “La contemplación de alguien libre y genial que dice ser libre y genial, es insuficiente como obra de arte y una lata como obra de caridad”. Y es que si la palabra arte se refiere a una cualidad especial, flaco favor se le hace reduciéndola a un segmento de productos. Así se llega a necias conclusiones como que un pintor es artista porque es ‘libre’ y un diseñador industrial no lo es porque sirve a los ‘intereses’ del mercado. Pero siendo francos, entre un mal cuadro y un objeto utilitario exquisitamente trazado no hay lugar para la duda: el adjetivo arte lo tiene bien merecido el artículo, por más industrial o comercial que sea.

En suma, trátese de producciones con fines comerciales o de inspiración personal, los resortes mentales que mueven a la persona son los mismos, hablamos de formas que pueden ser modificadas, inventadas o replanteadas. Plastikos, en griego, significa moldeable y de ahí el término ‘artista plástico’, que bien se puede aplicar a un diseñador industrial, un arquitecto o un pintor. Naturalmente cada uno posee un perfil distintivo pero en todos los casos encontramos la misma chispa creativa. A la pregunta ¿el diseño industrial es arte?, la respuesta es un rotundo sí, la palabra Arte con mayúscula se le puede aplicar sin demérito ni duda alguna, siempre y cuando hablemos de un diseñador con una voz personal que abra nuevas puertas a la percepción de lo cotidiano.

ARTISTAS Y ROCK STARS

Una extraordinaria mezcla de estrella de rock, inventor loco, filósofo romántico y diseñador de vanguardia, así es Philippe Starck. Encontramos estas palabras en la campaña promocional de relojes diseñados por el ya legendario Starck, cuyo estatus como artista no puede ser cuestionado.

Pero no es el único y la excentricidad y el glamour que antes se creía sólo reservado a los artistas, pasa a ser un sello distintivo de los diseñadores industriales de alto nivel Podemos ver a Karim Rashid posando alegre en un traje completamente rosa. Pero más allá de la imagen pública, cuando el estilo es maduro se crea una ‘firma’ reconocible; esto es más evidente en autores especializados en un tipo de artículos, como Ingo Maurer y sus lámparas.

Es muy significativo el hecho de que las piezas de varios diseñadores estén en un lugar de honor en los principales museos del mundo. Tal es el caso del emblemático MoMA de la ciudad de Nueva York, el cual cuenta con una fascinante colección de objetos de grandes diseñadores, y a menudo ofrece exposiciones temporales de imponentes autores. Una visión de esta relación entre utilidad y arte la brinda Carlos Zamora, joven estudiante de diseño industrial en el Tecnológico de Monterrey Campus Laguna, quien comenta: “El anhelo a futuro en esta profesión es trazar un objeto que se convierta en un clásico, como la silla Barcelona o el exprimidor de jugo de Starck. Algo bello o innovador que se adapte a una función”.

El diseño es química, computadoras, teoría del color, finanzas; el diseñador debe estar consciente de la inversión, los tiempos y movimientos. Convertirse en un solucionador de problemas. Vivir rodeado de implementos especiales, concebirlos y comercializarlos. Ahí está el arte global del diseño industrial que se puede resumir en una sentencia de William Morris: “No tengas nada en tu casa que no sea útil o no lo creas hermoso”.

Correo-e: cronicadelojo@hotmail.com

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