El hoy técnico del Morelia se coronó ahí hace casi 33 años y su entrenador de entonces, Carlos Miloc, lo rememora.
La mano del destino, parece, guía el camino del técnico del Morelia Tomás Boy. El 27 de mayo de 1978, en Ciudad Universitaria, ganaba su primer título como jugador, con Tigres, al empatar a un gol con los Pumas y así superarlos 3-1 en el marcador global.
Mañana, a casi 33 años de festejar aquel campeonato, Boy tiene la oportunidad, de nueva cuenta, de coronarse por primera vez —ahora como técnico— en CU.
El mítico Carlos Miloc, El Tanque fue el técnico de aquellos felinos que, además de todo, son el único equipo, hasta ahora, que ha podido coronarse como visitante en el también estadio Olímpico México 68.
Hoy, a la distancia, don Carlos recuerda que aquel equipo jugaba sin complejos, sin importar el peso de un estadio que se ha vuelto uno de los más difíciles de visitar en México.
“Fue nocturno ese juego”, menciona el técnico desde Monterrey.
“De noche, todo es más liviano, pero no por eso fue menos difícil, ya que ir a la capital siempre tienen sus bemoles. La altura de la capital es un factor que siempre se debe de considerar, pero ante todo pongo por delante ese gran equipo que tenía Tigres en esos momentos”, recuerda.
Era año de Copa del Mundo y como siempre la Federación Mexicana de Futbol, “cedió a los jugadores a la Selección. Pumas había tenido una importante sangría para ir al Mundial, como Hugo Sánchez, Leo Cuéllar, pero a nosotros se nos fue Pilar Reyes”.
Miloc trajo a ese equipo a jugadores como “Pilar Reyes, Gómez Junco, Osvaldo Batocletti, Mantegazza, y ya estaba gente como Mateo Bravo, El Pillo Herrera, Gerónimo Barbadillo y flaquito, que pintaba, un tal Tomás Boy”.
Un verdadero “Jefe”
Miloc niega ser el ejemplo que Boy siguió para ser técnico. “Él siempre ha dicho que su maestro fue Claudio Lostanau. Pero conmigo fue campeón”. Sencillamente, El Tanque considera que Tomás fue “uno de los mejores volantes que ha tenido México. Ahora hacen falta jugadores así. Gente que pase la primera línea defensiva y dejen a sus delanteros en mano a mano con los defensas. Sólo El Hobbit [Christian Bermúdez] se le asemeja un poco. Pero pocos como Tomás, un jugador notable, un adelantado a su época”.
Fue difícil dirigirlo. “Había que tratarlo con pinzas, ‘espérate, Tomasito, así se hacen las cosas’; pero a veces había que alzar la voz: ‘Tomás, esto es así y punto’”, recuerda. Pero de igual forma, defiende su personalidad.
“Quien no lo conoce, lo critica. Quiero que sea campeón, quizá con razón, pero lo que más deseo es que nunca cambie; que sea el Tomás Boy que conocí, con los altibajos propios de su personalidad. Él es sincero, no regala libros, ni hace misas, ni es pilmama de los jugadores. Él es Tomás Boy, y si es campeón, merecido se lo tiene, es un grande; y si no es así, seguiré siendo su seguidor y lo apoyaré a la distancia. Cuando lo vea le diré: ‘sigue así, sigue siendo sincero. No le hagas la barba a nadie, ni a jugadores ni directivos, no lo necesitas, tú mandas, tú ordenas, porque aunque no les guste, eres 'El Jefe'.
