Las mexicanas cayeron en las semifinales ante Brasil. (Jam Media)
Clavó la mirada en el pasto, metió las manos en los bolsillos del pantalón y tragó saliva. Roberto Medina sabía que todo terminó cuando Maurine Goncalves venció a la heroica Cecilia Santiago (minuto 79).
El sueño de la medalla de oro fue despedazado en la acción menos peligrosa. Cansadas de intentar por innumerables vías, las brasileñas probaron con un servicio tendido al área y encontraron el boleto a la final.
Marlene Sandoval volvió a medir mal una pelota. No pudo tocarla y la lateral derecha quedó sola frente a la arquera mexicana. Esta vez, no falló; esta vez, las manos de la adolescente no fueron tan largas como las ilusiones de su equipo.
Desolación colectiva. El Tricolor femenil resistió cuanto pudo, hasta se dio tiempo para generar cierto peligro en el marco sudamericano. El problema es que Tanya Samarzich careció de sangre fría para definir.
Medina apostó por la más niña de sus 18 futbolistas para cargar con el peso del ataque. Cambió velocidad y frescura por experiencia. Lo pagó en aquella jugada que detuvo los corazones de los cerca de 20 mil espectadores.
