En esta ocasión las encuestas fueron muy cercanas. Los resultados electorales de Coahuila no ofrecieron gran sorpresa y simplemente se ratificó en las urnas, lo que ya se manifestaba con claridad: la enorme preferencia de los coahuilenses por el PRI, aunado al repudio cada vez más generalizado en todo el país hacia el Partido Acción Nacional. Esta preferencia es particularmente por los Moreira, y en este caso, por Rubén. Quienes los últimos años han obtenido victorias contundentes en las votaciones.
Es pues, caso electoral concluido y viene ahora una nueva etapa, la de transición. Si bien es cierto ésta en particular tiene características sui géneris, porque se trata de un relevo entre hermanos, al fin y al cabo cambia la cabeza.
Así pues la gran interrogante es saber cuál destino le depara a La Laguna, si habremos de seguir la misma senda del sexenio que está por concluir o si en esta ocasión, el que el electorado lagunero, específicamente el de Torreón, en esta oportunidad no haya cometido el pecado de haber votado más por otro candidato como lo fue Jorge Zermeño en 2005 que por la opción triunfadora estatal.
Además en aquel entonces, el PAN logró retener la presidencia municipal y resultó ser un factor más, quiérase o no, para que La Perla de la Laguna se convirtiera en el patito feo de la administración del profesor Humberto Moreira Valdés. Este hecho aunque se niegue, y abonado con la torpeza en el manejo de la relación institucional de la alcaldía panista para con el gobierno del Estado, perjudicó la acción de gobierno municipal local en detrimento de los torreonenses en general.
Las circunstancias ahora son diferentes, el PRI es hegemónico en todo el territorio estatal. Por ello es menester más que nunca ejercer el derecho de equidad que nos corresponde y en lo posible no permitir ser despreciados en lo que a la atracción de inversión industrial se refiere.
Es cierto que la zona sureste del estado posee ventajas competitivas que le resultan muy favorables, pero desde ninguna óptica se puede entender que por cada dólar que se invirtió en la Comarca Lagunera, 11 dólares llegaron a Saltillo y Ramos Arizpe. No hay justificación a tal desproporción, que no sea el desdén o natural preferencia de los gobernantes oriundos de la capital coahuilense.
Conforme pasan los meses y los años, la distancia entre la calidad de los servicios públicos que se ofrecen en Saltillo contra los de Torreón es más notoria. Allá, las obras de infraestructura vial resultan hasta colosales, como lo es el Distribuidor Los Sarapes, que alcanzó un monto de mil millones de pesos; tres veces más que el extinto Distribuidor Vial Revolución o casi el presupuesto anual de la presidencia municipal de esta misma ciudad. Son por demás evidentes los hechos para sustentar el trato desigual.
Es cierto que en Torreón, como en todo el estado, se hizo obra como nunca en la historia, pero es también real que el gobierno local nunca tuvo un presupuesto tan abundante como el que se ejerció, y si a eso se le añade casi veinte mil millones de pesos de deuda, ya no resulta tan deslumbrante el desempeño.
Hay que darle también crédito al enorme apoyo social que el autollamado Gobierno de la Gente supo otorgar a las clases populares, que le supieron corresponder con millares de votos, que hoy los tienen políticamente en los cuernos de la luna.
Hay que hacer votos para que el gobernador electo, Rubén Moreira, abra un nuevo episodio en la relación del ejecutivo estatal con Torreón, y ahora sí le quiera dar el lugar que le corresponde en el mapa de las atracciones de inversiones, para que aquí se genere desarrollo. Hay que esperar por supuesto que persista el apoyo a los sectores populares, es urgente asistir de la mejor manera a los que menos tienen.
Y finalmente, hay que esperar que Rubén supere a su hermano Humberto en su desempeño como gobernador, más allá de las capacidades particulares de cada uno de ellos, el triunfador de los comicios del pasado domingo tiene más experiencia al iniciar su mandato ya que tuvo la oportunidad de estar al lado de su consanguíneo durante todo el gobierno del profesor.
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