EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Candidato de izquierda

Archivo adjunto

LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

La aparición de Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda a la Presidencia de la República, con el reconocimiento expreso y apoyo aparente de Marcelo Ebrard, obliga a hacer un ajuste a los pronósticos que daban por hecha la división de los partidos de izquierda, incluida una fisura mayor en el seno del PRD.

Al desconocer los resultados de la elección de 2006, el Peje adoptó una actitud que en efecto hizo de él un peligro para México; su radicalismo echó al Gobierno Federal en brazos del PRI y llevó al presidente Calderón a pactar una serie de concesiones que hicieron revivir al priismo sin que éste ofreciera prácticamente nada, para impulsar las reformas institucionales que nos permitieran acceder en plenitud al Siglo Veintiuno. Hoy día López Obrador se erige en candidato con posibilidades reales, que incluyen la paradoja probable de recibir la banda presidencial de quien ha señalado como espurio.

Cuando a mitad del actual sexenio los hechos plantearon la conveniencia de las alianzas PAN-PRD en contra el avance del PRI, el Peje se convirtió en el principal opositor a tales alianzas y sin embargo, hoy día la consolidación del voto de izquierda en torno suyo abre la posibilidad de conjurar el regreso del PRI a Los Pinos, sea por que el PRD a partir de su propia consolidación gane la elección o por que la división del voto de centroizquierda, permita la permanencia del PAN en la Presidencia.

Prueba de esto ofrece la elección local de Michoacán, en la que en un rango de seis puntos se apretaron los resultados obtenidos por esos mismos tres partidos, abriendo la posibilidad de que guardadas las proporciones y según los matices propios de la elección federal y el perfil de los candidatos, cualquiera de los contendientes puede ser ganador.

La actitud de Ebrard es digna de reconocimiento al honrar su palabra y respetar el resultado de las encuestas, como parte de un procedimiento definitorio de la candidatura. Lo anterior no es poca cosa en un medio en que la política es un juego arbitrario de "gano o arrebato", muy alejado de la democracia plena a la que aspiramos.

La unidad formal de la izquierda entraña sus propias dificultades, que a partir de este momento y en adelante irán apareciendo conforme surjan las oportunidades de reparto de posiciones.

Un reto apunta a las actitudes, porque aunque el Peje diga que el talante moderado de Ebrard le ayudará penetrar en sectores de clase media alta y grupos empresariales, es difícil imaginar que el reconocimiento de Marcelo resuelva la controversia ancestral entre las tribus del PRD o aún más difícil, desligar del candidato su radicalismo o vencer la repugnancia que suscitan para muchos ciudadanos, personajes como Gerardo Fernández Noroña.

Otra dificultad deriva del diseño del discurso y la oferta política, pues es sabido que los elementos (ciudadanos e instituciones) de la izquierda mexicana, están anclados a una serie de dogmas ideológicos que les impiden aceptar la necesidad de reformas estructurales en materia de energía, relaciones laborales, etcétera.

Para el PRI una izquierda unida dificulta la proyección de su identidad, pues por definición es un partido camaleón que pasa de un discurso bolchevique a la defensa a ultranza de intereses de grupos oligárquicos. La aparición en escena de una izquierda fuerte, obligará al partido de Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto a ofrecer algo más para convencer de su vocación redentora del pueblo, que la ostentación de una camisa roja.

Por lo que toca a Acción Nacional, de escoger a Josefina Vázquez Mora como su candidata, se colocaría en una posición de centroderecha, con amplias posibilidades de vinculación en diversas direcciones hacia fuerzas políticas de muy diversas raleas.

Si bien es cierto que el PAN sufre un enorme desgaste en virtud de la guerra del crimen organizado en contra el Estado Mexicano, ni e PRI ni el PRD ofrecen una alternativa concreta al respecto que sea esencialmente diversa a la estrategia del Gobierno Federal o a una rendición incondicional o pactada frene al enemigo de la Patria.

Lo anterior hace que la permanencia del blanquiazul por otros seis años sea posible, a partir de la mencionada división del voto de izquierda y centroizquierda, aunada a la consolidación del PAN como opción de centro, frente al radicalismo populista de López Obrador y la extrema derecha ambigua de Peña Nieto y Televisa.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 677851

elsiglo.mx