"Cada árbol verde es más glorioso que si estuviera hecho de oro y plata".
Martín Lutero
A construcción es una de las actividades más contaminantes. Produce, de hecho, el 40 por ciento del consumo total de energía del planeta. Pero hay formas de construir y edificios que son más amables con el ambiente. Este es el caso de la sede del CIHAC, el Centro Impulsor de la Construcción y la Habitación A.C., en la ciudad de México.
La primera decisión de la institución que encabeza el ingeniero Pablo Álvarez Treviño fue remodelar en lugar de demoler un edificio construido originalmente en la década de 1970. Construir una estructura nueva es altamente contaminante por la energía que se utiliza en la producción de concreto, acero, vidrio y otros materiales nuevos.
El edificio remodelado es, sin embargo, completamente diferente al anterior. El verde y la vegetación predominan. El nuevo edificio cuenta con un invernadero donde antes había un basurero, el cual ayuda a calentar el inmueble.
La azotea está cubierta de celdas solares que generan electricidad. Cada panel produce 12 kilovatios por hora y el conjunto 18 megavatios al año. También hay un molino de viento, un generador eólico, que aporta energía adicional. En el mismo edificio se convierte la corriente directa en alterna y se utiliza para todas las actividades del CIHAC. El edificio cuenta con un banco de baterías para almacenamiento de energía. En muchos momentos del día, de hecho, el CIHAC aporta electricidad a la red de la Comisión Federal de Electricidad.
Generar electricidad en el mismo lugar en que se consume es una solución muy afortunada desde el punto de vista ecológico ya que se elimina el desperdicio del transporte y distribución. Bien se dice que cada kilovatio que se produce en el lugar que se consume equivale a tres kilovatios producidos en termoeléctricas lejanas. Es una tragedia que la legislación en nuestro país prohíba a particulares vender la electricidad que producen, lo cual generaría un incentivo para este tipo de generación en edificios individuales. La electricidad excedente del edificio se compensa con la CFE o simplemente se le regala.
Hay iluminación natural en todos los pisos durante buena parte del día. En la azotea hay tomas de luz solar que se conduce a los pisos inferiores por unos tubos, Solatubes, con un sistema de lupas. Cuando no se puede usar la iluminación natural se recurre a focos tipo led con bajo consumo de energía.
Se han abandonado en el edificio los sistemas tradicionales de calefacción y enfriamiento. El aire se captura en la azotea, se filtra y se hace circular de forma natural. Las ventanas originales se han reutilizado, pero en sistemas de dobles ventanas con espacio intermedio que aísla no sólo de los ruidos del exterior sino también de los cambios de temperatura. La impermeabilización de la azotea está hecha con un material fabricado con desperdicio de neumáticos, lo que evita la necesidad de quemarlos.
El agua potable que beben los empleados y directivos ya no se obtiene de un garrafón. Se ha instalado un sistema de purificación de agua. Los plafones tradicionales han sido eliminados. Las tuberías y cableados corren de forma aparente por los techos. Esto facilita las reparaciones y modificaciones, pero además le da al interior un aspecto postmodernista y funcional.
Como parte de una política de apoyo al ambiente, el CIHAC paga 1,000 pesos adicionales a los empleados que llegan a trabajar en Metrobús en vez de en automóvil privado.
En un problema global tan grande como el del calentamiento global, parecería que tener un edificio sustentable es poca cosa. Pero el nuevo edificio de CIHAC demuestra que puede haber una forma distinta de construir. Y ese el mensaje que importa.
DESACELERACIÓN
La economía mexicana se está desacelerando. Las cifras de ventas al menudeo así lo señalaban. El desempleo de junio, de 5.74 por ciento, el nivel más alto desde septiembre de 2009, lo ratifica ahora.
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