"Culpa a alguien más y continúa con tu vida."
Alan Woods
Ahora resulta que los casinos son los culpables de la matanza de Monterrey del 25 de agosto. Algunos comentaristas y autoridades se han lanzado a una verdadera cacería de brujas que, en lugar de centrarse en los responsables del incendio del Casino Rosaye, cuestionan que se dé la libertad a la gente de apostar.
No es la primera vez que una tragedia genera persecuciones moralistas o políticas. Cuando se registró el incendio de la discoteca Lobohombo, el 20 de octubre de 2000, en el que 22 personas murieron, la entonces jefa delegacional en Cuauhtémoc, Dolores Padierna, emprendió una campaña contra los bares de table dance, a pesar de que el establecimiento no tenía ese tipo de espectáculo. Con el incendio de la guardería ABC, el 5 de junio de 2009, en el que murieron 49 niños y decenas más quedaron heridos, en un fuego que comenzó en una adyacente e ilegal bodega de la Secretaría de Finanzas del estado de Sonora, la cacería fue en contra de las guarderías concesionadas a operadores privados. Cuando tuvo lugar la tragedia del New's Divine, en la Ciudad de México, el 20 junio 2008, en la que murieron 12 jóvenes, las autoridades detuvieron al administrador de la discoteca y expropiaron el inmueble, a pesar de que la responsabilidad fue de un operativo policiaco que cerró la salida de emergencia para detener y extorsionar a los jóvenes.
A lo largo de la historia esta actitud de culpar a inocentes por tragedias ha sido muy común. Si en el pasado un niño católico moría en condiciones que se consideraban sospechosas, los habitantes de los pueblos de Europa oriental llevaban a cabo matanzas de judíos.
La misma táctica estamos viendo hoy tras la tragedia del Casino Royale. En lugar de entender que la delincuencia organizada es la responsable, o que la tragedia pudo verse agravada por la falta de cumplimiento de los reglamentos de protección civil, los políticos y muchos comentaristas se han lanzado a la caza de casinos.
No conocemos todavía las razones de la matanza del Casino Royale. Se han manejado públicamente dos posibilidades. Una es que los dueños pudieron no haber pagado una extorsión. La otra es una venganza de un grupo criminal.
No es esta la primera ocasión en que vemos un ataque a un restaurante o centro de diversión porque el lugar es identificado por algún grupo como perteneciente o aliado a alguna banda rival. Recordemos las matanzas del bar El Ferri, con 10 muertos, y el restaurante Las Juanas, con 10 muertos, de Torreón, o la del Bar Sabino de Monterrey, con 27 muertos. Estas matanzas no provocaron, a propósito, campañas para cerrar todos los bares o restaurantes en la república.
Hay razones para pensar que la puerta de emergencia del Casino Royale estaba cerrada o no era suficiente para permitir la salida de las personas en el interior. Pero esto no es un problema nada más de los casinos. Cada vez que vemos una tragedia nos damos cuenta de que los establecimientos públicos en México simplemente no cumplen con los reglamentos de protección civil. La autoridad tiene obligación de hacer cumplir estas reglas. Pero prohibir los casinos no ayuda en nada.
El Gobierno mexicano debe redoblar sus esfuerzos contra la violencia. Las autoridades deben también obligar a establecimientos mercantiles e instituciones públicas a cumplir con los reglamentos de seguridad. Pero hacer una cacería de casinos, o pretender impedirle a la gente jugar si así lo desea, no sirve para ninguno de estos propósitos.
GREG SÁNCHEZ
El excandidato del PRD al Gobierno de Quintana Roo no quiere al parecer más pleitos. Greg Sánchez ha preferido regresar a Cancún, señalando que se dedicará a sus negocios y agradeciendo a los jueces y a la PGR que le hayan dado la oportunidad de comprobar su inocencia. La gran pregunta sigue siendo si se le acusó sin más pruebas que las declaraciones falsas de testigos "protegidos" para detener su candidatura.
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