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Celebración termina con reinado de los 'diablos'

Un grupo de pobladores vestidos de diablos realizan danzas en la víspera de la celebración del Corpus Christi en el poblado de La Villa. EFE

Un grupo de pobladores vestidos de diablos realizan danzas en la víspera de la celebración del Corpus Christi en el poblado de La Villa. EFE

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Un día al año, los diablos andan sueltos en un poblado del suroeste de Panamá correteando a los moradores y lanzándoles petardos, para luego repartirse el cielo y la tierra en un efímero reinado que concluye, con la celebración del Corpus Christi.

El poblado de La Villa, en la provincia de Los Santos, a unos 250 kilómetros de la capital panameña, celebra estas fiestas paganas, que logran mezclar la solemne religiosidad de la fe cristiana con las expresiones más autóctonas y alegres del folclor de Panamá.

La "Víspera del Corpus" se celebró, cuando los "diablos" se soltaron en el pueblo e hicieron de las suyas, para después "cuartear el Sol" y dividirlo en cuatro partes como representación del dominio total del cielo y de la tierra.

Jorge Surís, de 71 años y "diablo" más viejo del pueblo, explicó que en la ceremonia de la Víspera del Corpus "el diablo mayor, su capitán, su hijo mayor y la diablesa hacen la división del cielo y de la tierra", creyendo así que todo lo dominan.

Los "diablos" comienzan a salir por todas partes, cuando se recogen, añadió Surís, quien representó al "gran diablo" o "diablo mayor" durante más de 20 años, hasta 2009, y ahora es el maestro de los nuevos personajes principales del rito pagano.

Un "gran diablo" y una "diablesa" ataviados de rojo y negro y con máscaras coloradas de grandes cuernos y dientes afilados corretearon junto a un pequeño séquito de "diablillos" durante el miércoles a decenas de niños, jóvenes y adultos en la céntrica plaza Simón Bolívar del pueblo.

Ni siquiera la pertinaz lluvia que bañó a La Villa amilanó el ánimo de los "diablos" sueltos, que al ritmo de una flauta y unos tambores de cadencia suave y monótona recorrieron el centro del poblado lanzando estruendosos petardos que arrancaban gritos de susto y diversión a los más pequeños.

Las campanadas de la iglesia marcaban el final de los segmentos de la danza, que volvía a comenzar cuando la "diablesa", que anuncia su paso con campanillas y petardos, retomaba su carrera callejera dejando tras de sí una estela de humo y fuerte olor a pólvora.

Arístides Burgos, presidente de la Asociación Rescate de Danzas Miguel Leguizamo, organizadora de las fiestas, dijo a Efe que la "danza del diablo" del miércoles, igual que las que se realizan a lo largo de las casi dos semanas que duran las celebraciones, son una gran adoración a Cristo y una demostración de la devoción cristiana.

"El diablo dice que domina el mundo, pero definitivamente es un juego de diablos a favor de Dios", porque en todo esto existe una "simbología oculta" en la que "el diablo es el eje motor y la Cruz es el eje protector", afirmó Burgos.

Cuando el "diablo cuartea el Sol lo hace dibujando una cruz; cuando va a bailar, hace una cruz en suelo... los diablos están protegidos en cruz, entonces esa es la simbología: la primacía de Dios sobre el mundo", argumentó.

Hoy "sale el Santísimo Sacramento, para asegurar su presencia ante el mundo, y en la comunidad de La Villa de Los Santos se le hace homenaje a través de danzas y cánticos al Santísimo Sacramento", añadió Burgos.

Con su salida, hoy se "recogen los diablos" y se lleva a cabo una misa, una procesión que pasa por alfombras de flores confeccionadas por los lugareños, así como diez danzas en las que se representan personajes de la colonia y se homenajea a Cristo.

Se trata, añadió por su parte Surís, de una jornada "única" en el mundo, ya que solo en La Villa se da un espectáculo de esta magnitud para celebrar el Corpus Christi.

La primera danza de la jornada la protagonizan "el gran diablo" y San Miguel, que a las puertas de la iglesia del pueblo "pelean por su alma", con la previsible victoria del discípulo de Dios, señaló Sorís.

Le siguen las otras nueve, entre ellas la "danza del torito", que "recuerda a los grandes dueños de haciendas y la gente que trabajaba con ellos", y la "danza del saracumbé o negro bozal", que homenajea a "los esclavos que huían y se vestían con las hojas secas de plátano, y está acompañada por música caribeña, a golpe de tambor", explicó Surís.

Estas celebraciones paganas, que comienzan 60 días después del Domingo de Pascua, se celebran cada año desde 1973 en La Villa, en apego a tradiciones heredadas de la época de la colonia española.

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