El investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM y vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, José Franco, calificó de 'charlatanería' las versiones difundidas, sobre todo en internet, de que el mundo se acabará en 2012.
El investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM y vicepresidente de la Academia Mexicana de Ciencias, José Franco, calificó de 'charlatanería' las versiones difundidas, sobre todo en internet, de que el mundo se acabará en 2012.
En conferencia de prensa con motivo de la presentación del evento Reto México 2011 'Saca tu telescopio del clóset', Jesús Mendoza Alvarez, de Difusión del Conacyt, señaló, a su vez, que en el caso de los mayas de lo que se habla es del fin de un ciclo de un calendario.
'Aquí, lo asombroso realmente, lo maravilloso, es la cantidad de observaciones y de años que se tuvieron que computar para poder llegar a ciclos calendáricos de miles de años. Yo creo que eso es lo que nos debe asombrar, mucho más que la posibilidad de una profecía religiosa', aseveró.
Explicó que las culturas mesoamericanas en general desarrollaron de manera conjunta, y a través de los siglos y generaciones, una serie de observaciones astronómicas que los llevaron a una determinación de calendarios.
En un momento dado, esos calendarios se fueron mezclando, combinando con tradiciones y costumbres de los pueblos y con motivos religiosos, precisó el funcionario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Entonces, dijo, en un momento hubo una mezcla entre las observaciones astronómicas propiamente dichas y los fines religiosos que estas diferentes culturas perseguían.
Muchas veces, para poder llegar a sus fines religiosos se apoyaban en sus conocimientos astronómicos que eran una prueba fehaciente y contundente de su poder, agregó.
Es decir, cuando por ejemplo los mayas en toda la zona sur de México y norte de Centroamérica podían predecir eclipses con una exactitud asombrosa, evidentemente que los pueblos de esas culturas no podían más que tener una fe hacia sus sacerdotes astrónomos, explicó.
Indicó que eso no fue únicamente privativo de las culturas mesoamericanas, pues es algo que se dio en lo que hoy es Irán, Irak, la antigua Mesopotamia y Babilonia, donde de hecho se conocen los registros astronómicos más antiguos de la humanidad.
Mendoza Alvarez refirió que en un inicio hubo un mito y hoy existen una serie de supersticiones que se tejieron a partir de esos mitos.
En su oportunidad, Víctor Torres, geólogo dedicado a la arqueoastronomía, mencionó que las profecías mayas vienen de los libros del Chilam Balam, que se escriben en el siglo XVIII y que tienen unas ruedas catúnicas que incluyen profecías apocalípticas derivadas de origen bíblico.
'Lo que es interesante aquí es que hay una fascinación de todo el público por estos temas apocalípticos que tienen otra raíz, y no una que surja del calendario maya. De hecho, la rueda de catún del Chilam Balam no tiene relación con la cuenta larga de los 13 baktunes. Son independientes', señaló.
'Sin embargo, como pasó en el año 2000 y en el año 1000, hay todas esas profecías y expectativas de que algo va a cambiar; algunos se van por la pseudociencia; algunos saben un poco de ciencia y lo demás lo inventan', consideró.
Torres advirtió que 'la imaginación es la loca de la casa, lo más peligroso que hay. Un poquito de ciencia, un poquito de imaginación sobre mucha ignorancia da resultados catastróficos'.
Puntualizó que 'lo más bonito de todo esto es que sí hay una aproximación al entendimiento de los cielos de los mayas, quienes resolvieron ciclos sorprendentes para nosotros, miles y miles de años, sentados con su taparrabo, mirando el cielo en una piedra, que pudieron hacer lo que algunas de las computadoras de la NASA aún no pueden hacer'.