Poco antes de su lamentable fallecimiento, el ilustre escritor Carlos Montemayor ofreció una conferencia magistral acerca de historia y literatura en el teatro Alberto M. Alvarado y una plática en la Normal Superior de Gómez Palacio. Recuerdo haberle preguntado su opinión acerca del...
... papel de los cronistas en la historia.
Su amplia respuesta fue sumamente ilustrativa, al menos para mí; retomo una pequeña dosis:
Don Carlos Montemayor mencionó que los municipios, ciudades y comunidades deberían preocuparse por preservar el registro de su acontecer, teniendo cronistas que se dediquen a ello; incluso, dijo que a partir de cierto nivel de crecimiento y desarrollo era aconsejable tener varios cronistas en distintas áreas, dada la dificultad para una persona de registrar todo.
Un cronista no sólo es un amplio conocedor de la historia de su comunidad; también es la persona que en lenguaje sencillo y directo, narra verbalmente o por escrito, en forma objetiva e imparcial, los hechos trascendentes. Siendo testigo contemporáneo de ellos, registra circunstancias, datos, personajes y hasta pormenores de los eventos importantes; evita caer en análisis, opiniones o juicios valorativos, no porque éstos no sean importantes, personalmente los creo hasta necesarios, sino por no alterar la veracidad de los hechos.
La crónica seria siempre es una referencia para el historiador y para la construcción de interpretaciones y reflexiones, aportan certezas.
Con todo el respeto que me merece mi amigo Pablo Amaya, cronista de Gómez Palacio y reconociendo su gran dedicación y esfuerzo con lo que ha contribuido notablemente al conocimiento de nuestro pasado, considero que el Ayuntamiento debería distinguir además a otras personas con este noble título; pues recordando la idea de Carlos Montemayor nuestra ciudad necesita más ojos, más manos y más conciencias dedicadas a preservar nuestra memoria y a hacer historia a través del registro de esta etapa contemporánea.