Es alentador que en sesión de cabildo de Gómez Palacio un grupo de regidores se solidarizó con la demanda ciudadana de rescatar el abandonado Mercado "El Dorado" en Chapala y más aún, que la alcaldesa Rocío Rebollo hiciera pública su intención...
...de trasformar ese espacio en una área cultural.
Lo dicho fue precedido por la instrucción para que se investigue ante quién hay que hacer las gestiones y con la consigna de que si es necesario viajar al Distrito Federal, se haga.
Hay que reconocer que con esta declaración pública se demuestra sensibilidad y se adquiere un fuerte compromiso.
Abrigo la esperanza de que no habrá demora, no es difícil para el Ayuntamiento conocer el estado jurídico que guarda este inmueble. Ya se han aportado elementos, así que es viable que a la brevedad, y con respaldo del Cabildo, se oficialice ante el Gobierno Federal la intención del Municipio, por rescatar este espacio que fue construido con nuestros impuestos.
Hago hincapié en eso, porque la celeridad en este trámite es vital para que no sea adquirido por particulares y recordemos: el que es primero en tiempo es primero en derecho. El Municipio tiene a su favor que goza de derechos de preferencia o de tanto; así que puede concretar este proyecto.
Es también necesario que el Gobierno Estatal y el Congreso del Estado acompañen sin reservas esta intención y lo más importante que la sociedad se "sume al esfuerzo".
Imaginemos ese trochil convertido en un gran complejo cultural al servicio de la comunidad. Hagamos ese sueño una realidad. Se requiere sólo una buena dosis de obsesión y dedicación.
Mención aparte merece la impactante noticia del "ambicioso" proyecto de remodelación de la fachada y el interior del Teatro Alberto M. Alvarado y del Centro de Convenciones, con una posible inversión de 90 millones de pesos.
Indudablemente estos recintos requieren una profunda y constante rehabilitación de sus instalaciones, pues la ausencia de mantenimiento los vuelve desventajosos para su función.
Sin embargo, 90 millones de pesos es una cantidad excesiva para remodelar un inmueble de casi 40 años de antigüedad que fue remodelado hace apenas 13 años, sería irracional.
Estos recursos o parte de éstos, podrían reorientarse hacia otro proyecto.
Por ejemplo: se podría construir un nuevo recinto en una zona más densamente poblada; acorde al crecimiento de la ciudad, donde además sería detonador de desarrollo.
Finalmente, y no menos importante, es hacer conciencia de la rentabilidad social de estos proyectos para que no se conviertan con el tiempo elefantes blancos.