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Clima extremo desploma producción en el campo

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EL UNIVERSAL

"¿Qué vamos a comer? Nadie sembró. Con la falta de agua, la gente va a abandonar la tierra, porque no hay nada de ganancia y no podemos meterle dinero que no tenemos a algo que no va a salir", dice Víctor Barrón, un campesino de 50 años que ha sido fundador de varias sociedades de producción rural en Durango. "Habrá hambre en los próximos días", dice, "no hambruna, pero sí hambre".

Barrón es uno de los tantos casos que vivieron una de las peores épocas de sequía en el país. En Durango, Tamaulipas, Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosí y Coahuila el panorama no es positivo, pues las siembras se murieron como árboles secos que caen por falta de agua.

A Víctor el agua no le alcanzó para hacer crecer sus seis hectáreas de frijol. Su parcela sólo tiene la mitad de la siembra y lo que hay es avena, porque esa no necesita de lluvia para darse. Es propietario de un rancho en la zona valle de la capital de Durango.

Dice que la tierra "no da para más" y que es difícil cambiar de cultivo de temporal porque la gente ya se acostumbró a que sembrando frijol recibe la ayuda del Procampo. Siembra frijol de temporal porque no tiene sistema de riego, pero este año no pudo, el agua simplemente no llegó.

En su estado murieron al menos 5 mil 500 cabezas de ganado y la mitad de parcelas sembradas podrían perderse. Ahí se registró la peor sequía en los últimos 50 años, según asociaciones ganaderas y campesinas.

 PÉRDIDAS EN GUANAJUATO La ausencia de lluvias ha perjudicado las siembras de 500 mil hectáreas de temporal en Guanajuato. Hasta el 31 de agosto, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario registró 65 mil 950 hectáreas siniestradas en 13 de los 46 municipios.

 DÉFICIT EN COAHUILA La agricultura y ganadería de Coahuila no se han quedado atrás al resentir los daños por las heladas, nevadas y la sequía que han provocado que en muchos de los casos ya resulte incosteable explotar estas actividades como se hacía hace 15 años.

Por la falta de lluvias en la Comarca Lagunera, principalmente, se registra notoria mortandad de ganado; sólo en las comunidades de José Calvo y La Colonia se contabiliza el deceso de 12 mil reses, asegura José Ávila Lombera, secretario General del Comité Municipal Campesino de la CNC.

Las pequeñas presas están secas y en esas mismas condiciones se encuentran los pastizales con los que se alimentan los animales para sobrevivir. "Si no tienen agua las presas no la tiene nadie, y si no llueve no hay pasto para alimentar los animales".

En La Laguna de Coahuila y Durango predomina la siembra de forrajes, especialmente alfalfa, que los cultivan productores agrícolas con financiamiento de pequeños propietarios que tienen hatos de vacas que se utilizan en la industria lechera.

Los agricultores de sorgo y maíz no adquieren las ganancias como quisieran, ya que les compran a 20 centavos el kilo cuando en el mercado se cotiza a 35. Ávila Lombera destacó que los campesinos de la Laguna se encuentran en la desesperación desde las reformas al artículo 27 Constitucional que dejó sin sus derechos de agua y tierra a muchos campesinos, que las vendieron por necesidad.

Ahora, abundó, deambulan por las grandes ciudades en busca de empleo "de lo que sea", y muchos de ellos son peones de las tierras que un día fueron suyas y que están en manos de los pequeños propietarios o grandes capitalistas del campo.

También la producción de algodón ha ido a la baja hasta en 50% en comparación a hace 40 años cuando la Laguna era considerada un emporio algodonero cuando se sembraban como mínimo más de 45 mil hectáreas.

Recordó que hace 10 años había en La Laguna unos 30 mil campesinos que contaban con créditos del desaparecido Banco Rural, y ahora serán unos 30 los que explotan la tierra. Por esta situación los hombres del campo lagunero están sumidos en la desesperación que repercute en la educación de sus hijos, pues muchos de ellos han dejado las aulas.

Eso también lo sabe el campesino Víctor Barrón, a quien las dependencias de agricultura le regalaron semilla de avena, que dice no servirle. Lamenta que los animales que tiene se hayan comido la poca pastura que había en su rancho: "Se comieron lo que no me van a dar". Ayer no fue a la labor, no tiene muchas esperanzas de sacarle algo a la avena, sólo le importa que el personal de Sagarpa certifique que sí levantó una siembra en la parcela y que le paguen sus tres hectáreas de Procampo; con eso sobrevive.

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