El decreto del presidente Felipe Calderón que hace deducible de impuestos el pago de las colegiaturas es una buena noticia para los padres de familia mexicanos y significa un atinado aliento a la educación privada, al tiempo que implica una mayor competencia para la educación pública en beneficio del país en su conjunto.
Las múltiples ventajas de lo anterior han sido analizadas en los medios y en contra del optimismo general suscitado por el Decreto Presidencial, no han faltado los críticos entre los que se encuentran voceros del Partido Revolucionario Institucional, que acusan al Presidente de haber copiado dicha iniciativa a los diputados priistas, lo que obliga a los tricolores a explicar por qué no aprobaron dicha medida en los años de 2009 y 2010, en que tuvieron como hasta ahora mayoría en la Cámara Baja.
La deducción de las colegiaturas ha sido un reclamo de diversos actores sociales y políticos desde hace décadas, incluida a Doña Margarita Zavala actual Primera Dama, que siendo Diputada Federal en el año 2005, presentó una iniciativa en ese mismo sentido.
No es de dudar que exista iniciativa sobre el tema generada por algún diputado priista en lo particular, sin embargo existen evidencias de que el priismo ha sido enemigo histórico de la educación privada en México, y hasta de la educación pública asumida en libertad, como lo demuestra el movimiento de autonomía generado en la Universidad Nacional en 1929, que enfrentó a la comunidad universitaria y al pueblo en general en defensa de la libertad de cátedra, en contra del gobierno pelele de Emilio Portes Gil en la era del maximato ejercido por Plutarco Elías Calles, fundador de lo que hoy es el PRI.
Salvo la excepción a la regla en la que se iluminó la Secretaría de Educación Pública con la presencia de José Vasconcelos, son muchos los precedentes negativos; desde la elevación a rango constitucional de la educación socialista de inspiración marxista en 1936, durante el régimen de Lázaro Cárdenas, hasta la imposición del "texto único" en 1960 bajo el gobierno de López Mateos. Esta tendencia histórica absurda se mantuvo hasta 1980 con el cierre de las escuelas normales particulares que en otro tiempo formaron elementos que pudieron evitar ser integrados al nefasto Sindicato Nacional de Maestros (SNTE), que es un sistema corporativo de origen priista, en el que se malgasta la mayor parte de los recursos dedicados a la educación y es responsable en gran medida de la pésima calidad académica.
La hostilidad referida hizo que la fundación de instituciones privadas fuera resultado del disimulo arrancado a los gobiernos priistas, en movimientos sociales que iniciaron en la confrontación violenta y concluyeron en una resistencia negociadora, cuando el viejo sistema de Partido de Estado tuvo que aflojar frente a la necesidad práctica, la presión interna y las tendencias mundiales.
El fenómeno llevó a muchos priistas y funcionarios de los gobiernos emanados del PRI a vivir una suerte de esquizofrenia, pues sostenían el repudio a la educación privada como política pública, pero tenían a sus hijos en escuelas particulares a menudo de confesión religiosa. La actitud hostil en comento dividió a la sociedad mexicana y generó una educación pública mediocre, que es causa fundamental de nuestro subdesarrollo social y político.
En su reciente libro ¡Basta de historias!, el periodista Andrés Openheimer analiza el tema y relata que el Foro Económico Mundial con sede en Suiza ordenó un estudio al Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, para explicar la falta de impulso y el pobre crecimiento económico de México a pesar de la disciplina financiera sostenida por el Gobierno Federal en los últimos años.
La conclusión que se contiene en el "Informe de Competitividad de México 2009" presentado al Presidente Calderón, reveló que las causas de nuestro subdesarrollo no dependen de condiciones económicas en sentido estricto, sino de la baja calidad de la oferta educativa nacional.