Es deseable que nuestra participación cívica sea para incidir en una eficiente dirección estratégica gubernamental que promueva políticas públicas eficaces, también para incidir en la administración de los recursos públicos y en asuntos de interés común, pero, ¿cómo impulsar un modelo de participación ciudadana que pueda implementar desarrollo social sustentable, aun con erráticas políticas públicas de las diferentes esferas de gobierno?
Para el ejercicio de gobierno de cualquier nivel que verdaderamente implique desarrollo social, no basta con administrar bien, no sólo es hacer bien los programas y proyectos, sino que debemos hacer precisamente los programas y proyectos correctos. Las buenas intenciones son insuficientes, y más en razones de Estado, las buenas intenciones no garantizan una buena administración pública.
De nada sirven frases como "soberanía popular" y "el poder público emana del pueblo", si no hay participación ciudadana, y ésta debe encaminarse al desarrollo comunitario, pues hoy existe un estado de cosas que en nada beneficia a la inmensa mayoría de los ciudadanos en el planeta. Falta reflexión, educación, cultura política y participación ciudadana.
Por lo tanto se requiere la activa, decidida y cívica participación ciudadana para generar la intención gubernamental de aplicar una eficiente y planeada dirección estratégica con políticas públicas cuya perspectiva sea el bienestar social.
¿Cómo?, ¿cómo construir ciudadanía cuando nuestros jóvenes no comprenden bien los textos complejos que tienen que leer en la escuela? Los estudios de evaluación revelan que nuestros jóvenes no identifican cómo los argumentos llevan a algunas conclusiones, y por lo tanto no son capaces de argumentar. En matemáticas no tienen los conocimientos necesarios para abordar la estadística, que es un instrumento indispensable, incluso para las ciencias sociales.
¿Cómo vencer la apatía?, ¿cómo crear un modelo de impacto social que incida en el mejor nivel de vida de los participantes?, ¿cómo potenciar las capacidades ciudadanas para que tengan capacidad de hacer acciones que les genere mejoría en su entorno?
Pareciera que el miedo a participar es que hay certeza de que al hacerlo verdaderamente se puede transformar para bien nuestra manera de vivir, pareciera que le queremos dejar la carga de mejorar a nuestros hijos.
Muchos asuntos dependen de nuestra participación, tales como procurar mejor calidad de vida, integración social, cultura de la legalidad, promover la educación de la gente cercana a nosotros, participar en procesos de planificación y acciones estratégicas para mejorar nuestro barrio, nuestra ciudad, no contaminar, cuidar el medio ambiente, evaluar a los gobernantes.
Además no se trata sólo de caridad, la solución no es la dádiva, la limosna, más que caridad es solidaridad, hace muchos años nos dijeron: "Ayúdate que yo te ayudaré" y "A Dios rogando y con el mazo dando". La caridad será efectiva cuando ayude a quien la recibe a dejar de necesitarla para subsistir, para vivir mejor.
Repito lo dicho en el artículo del 24 de octubre aquí en El Siglo, está claro que para participar se requiere contacto con alguien más, independientemente de las formas y medios de comunicación, se necesita interactuar, involucrar o involucrarnos con nuestro prójimo. Pues hay que involucrarnos para vivir mejor.