El crecimiento de nuestra nación, de nuestra ciudad, está sustentado en la congruencia que debe existir en el pensar, decir, actuar y voluntad de todos nosotros.
Deseamos que existan ciudadanos de buena fe, comprometidos y encaminados en obtener bienestar social. Lo peor que puede pasar es resignarnos a la impotencia social, a la sumisión colectiva que nos hace perder el valor de ciudadanos y nos cataloga como súbditos de un estado de cosas que es perjudicial para la inmensa mayoría de los mexicanos.
Todos deseamos mejor calidad de vida no sólo para cada uno de nosotros, sino para quienes amamos, queremos, en general nos conviene que de ser posible todos los habitantes que nos rodean gocen de calidad de vida, de principios y valores.
Son tan diversos los asuntos de la vida en común con nuestros semejantes, como ofrecer o solicitar empleo, asistir a lugares públicos. Son varias las circunstancias que generan problemas, tales como asaltos, crímenes, áreas públicas sucias o desatendidas, falta de mantenimiento a espacios comunes, la educación propia o de nuestros hijos, condiciones para ahorrar. Resulta que hay problemas comunes que nos afectan a todos por igual, hay otros problemas que nos interesa resolver tan sólo por factores personales o de grupo.
Como algunos de estos problemas nos afectan directamente, se supone que debemos participar para que las acciones necesarias para atender estos problemas, sean certeras, eficientes y eficaces, debemos participar para generar políticas públicas. Ya que lo que verdaderamente deseamos es resolver los problemas sociales, urbanos, y de cualquier índole, de manera tal que los resultados se prolonguen generación tras generación.
Pero las políticas públicas se ejercen desde la administración pública, desde el gobierno, y se llega ahí mediante elecciones, como ciudadanos debemos rechazar campañas políticas sucias y sin propuestas. Debemos exigir y participar para que seamos gobernados en base a un proyecto de nación, a programas de trabajo encaminados a mejorar el nivel de vida de los mexicanos y a trabajar para obtener el mayor bien para el mayor número.
En política debemos actuar por razones y por convicciones. Debemos evitar actuar por inercia o por síntoma; no es lo mismo comprar un jabón o elegir una película que elegir un gobernante. Ya lo dijimos y vale la pena repetirlo: Para el desarrollo social no basta con administrar bien, no sólo es hacer bien los programas y proyectos, sino que debemos hacer precisamente los programas y proyectos correctos.
La política es una elección en la cual interactuamos unos con otros; es el medio natural que por siglos hemos utilizado socialmente para encauzar sistemáticamente el desarrollo comunitario.
Sólo nosotros podremos hacer realidad los preceptos teóricos más nobles de bienestar social, democracia, justicia, la verdadera formación ciudadana va mas allá de forjar individuos que sólo respeten las leyes y las instituciones, es participar, señalando, denunciando, proponiendo, sugiriendo, solidarizándose.
Claro que no podemos forjar hábitos inculcando teoría, debemos actuar para que nuestra convivencia sea encaminada a mejorar nuestro entorno social.
Ya que resulta que en nuestro entorno social miramos personas en espera de la dádiva, unos de una camiseta, un taco, otros de jugosos negocios, unos creen que las leyes son para proteger a quienes pueden pagar por ello, hay buenos ciudadanos que en circunstancias agobiantes pueden verse necesitados a delinquir, es evidente que nuestro actual entorno social requiere transformación.