La competitividad internacional abarca muchas facetas además de la económica. El prestigio de la cultura mexicana, la elegancia de su literatura, de su música y pintura, de sus monumentos, han dado fama justa a nuestra nación.
Los mexicanos ya somos "competitivos" en el aprecio de otros pueblos y lo constatamos en los frecuentes reconocimientos y galardones internacionales que recibimos en las ciencias, los deportes y en las artes, así como en millones de visitantes y miles de extranjeros que escogen vivir entre nosotros en algún rincón pintoresco o alguna de nuestras ciudades.
Tratándose de difundir productos o de servicios, la competitividad se suele describir en listas y tabulaciones resultados de encuestas que no se limitan a lo estrictamente técnico o contable.
Esta semana el Instituto Mexicano para la Competitividad anunció que el Foro de Economía Mundial, nos ha subido en su lista de 142 países del lugar 66 al 58; con un índice de 4.29, es el mayor avance de un país latinoamericano en 2010 en su "Lista Internacional de Competitividad".
Una lista de elementos determinó que México avanzó en términos de "innovación", "sofisticación empresarial", "desarrollo de mercado financiero", "preparación tecnológica, "educación y capacitación","eficiencia de mercado laboral", "infraestructura" e "instituciones". No así, sin embargo, en cuando a nuestro "ambiente macroeconómico".
México, está entre los diez países que más han mejorado sus condiciones "competitivas" internacionales. Hay que advertir, empero, que las altas cifras de exportación actual esconden demasiadas operaciones de ensamblado y maquila que reducen el grado de integración nacional. No hay insuficiente apoyo oficial a la producción con mayor contenido de piezas e insumos mexicanos. Llegar a una sólida competitividad supone tanto el talento del productor agrícola e industrial esfuerzo productor como el apoyo del gobierno.
Nos intercambiamos culpabilidades recíprocas. Las autoridades ven a empresarios sin suficiente vocación industrial o exportadora. El sector privado responde que por deficiencias infraestructurales muchos proyectos se pierden.
Hoydía, el tema de la inminente eliminación de las restricciones a las importaciones de la República Popular China, anticipada desde hace diez años, ocupa espacios periodísticos. La oposición de los organismos de negocios es casi unánime. Sólo unos cuantos admiten que hubo suficiente tiempo para que las ramas en cuestión se prepararan para competir directa y frontalmente con los productos chinos. La cruda realidad amenaza con fuertes pérdidas de empleos.
Salvo algunas excepciones, el empresario mexicano no se ha distinguido por modernizarse ni por buscar mercados fuera del vecino al norte. La recesión en los Estados Unidos hace precaria esa perspectiva. La diversificación en que hemos insistido desde hace más de cuatro décadas, ahorráis que es indispensable para mantener un mínimo de empleos.
Ser "competitivo" internacionalmente implica serlo en el mercado nacional. Las empresas mexicanas que ya exportan con éxito lo saben bien. Hacer que un país sea básicamente competitivo requiere la mancuerna que forman por una parte, los productores ofreciendo artículos y servicios atractivos a compradores nacionales y foráneos y, por la otra, autoridades que aseguren que el productor mexicano tenga aquí la misma plataforma de despegue y ventajas que en su país tiene cualquier competidor internacional.
La Iniciativa Privada, como sector, no ha aprovechado los abundantes recursos naturales, la envidiable ubicación de México que le abre accesos a todo el mundo y nuestra vasta reserva de mano de obra jóven y versátil.
Otro hecho es que el Gobierno ha sido omiso en proveer las condiciones estructurales, servicios públicos, competitivas que aseguren igualdad de oportunidades competitivas al productor y exportador nacional. Se necesitan financiamientos ágiles y competitivos, facilidades administrativas libres de las increíbles trabas y demoras burocráticas que anulan el valor de lo prometido. Hay que dar preferencia a los cultivos y fabricaciones nacionales para crear las cadenas de producción creadoras de empleo. Es urgente proteger los productos mexicanos contra las importaciones subfacturadas o que llegan en condiciones de competencia desleal.
Sobre todo necesitamos un sector productor innovador y valiente apoyado por una administración pública presta a respaldar con medidas realistas al productor que las merezca. Ambos tienen que converger en solo esfuerzo.
juliofelipefaesler@yahoo.com