Presentes. El barítono Guillermo Ruiz, el tenor José Luis Ordóñez y las voces de Encarnación Vázquez y Lourdes Ambriz fueron los invitados de lujo.
No hay duda que después de la oscuridad viene la luz. Fue una de las variaciones sobre la "Alegría" que el genio de Bonn, Ludwig Van Beethoven dio al mundo en su "Novena Sinfonía" y así lo respiraron miles de laguneros anoche en el concierto de aniversario que la Camerata de Coahuila bajo la batuta del maestro Ramón Shade, interpretó en el Teatro Nazas.
Con un foro literalmente a reventar y un ambiente de fiesta por diecisiete años de presencia permanente, la orquesta coahuilense, crecida a sinfónica, realizó una impecable interpretación de la partitura original de la gran obra. Un concierto sin intermedio, que durante 68 minutos puntualizó un mensaje de esperanza.
De más a menos. Por que después de un primer movimiento (Allegro ma non Troppo) un tanto oscuro, con el que Camerata inició su gala de aniversario, la estructura de "La Coral", en sus variaciones a la alegría, iba trasladando a los espectadores a un paisaje claro. Efecto que tras una limpia participación de las cuerdas y los alientos, confirmó la madurez que en 17 años ha alcanzado la orquesta.
Movimiento tras movimiento el público iba respondiendo con aplausos cada vez más fuertes. Un ejército de voces integrado por los coros del Estado de Jalisco, el Caticorum de Saltillo y de Cámara de la Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila, hicieron erizar la piel de los laguneros con el poema de Schiller.
Por que además las voces de las primeras damas Lourdes Ambriz y Encarnación Vázquez, son familiares para los laguneros y la orquesta, anoche sus intervenciones junto a las del tenor José Luis Ordóñez y el barítono Guillermo Ruiz, fueron el complemento escénico ideal en el gran montaje con el que Camerata festejó su aniversario.
Más allá de los límites vocales e instrumentales de una época, la obra de Beethoven es un espectáculo sensitivo para disfrutar con los cinco sentidos, una obra que como demostró anoche en el Nazas la Camerata, personifica la dualidad musical que llegaría con el siglo XIX y un universal que inmortalizan.
Siempre existe una esperanza. Y es que si una obra musical ha sido telón de fondo en momentos cruciales de la humanidad a partir del siglo XIX, es precisamente la "Sinfonía Número 9", y así lo percibieron los laguneros que abarrotaron el Nazas anoche y despidieron a casi 200 artistas de pie, con aplausos y ovaciones que hicieron eco más allá del teatro.
Enrique Terrazas
