Espero de todo corazón que estos esperados y bellos días del año hayan sido plenos de felicidad, y que ésta se continúe en los días que restan en esta semana de este agónico 2011.
Estos días son de unión y encuentro con los amigos y con la familia y se dan los recuerdos sin que se puedan evitar las comparaciones de nuestra niñez con la de los niños actuales, en aquellos tiempos soñábamos con ser Pelé, Beckenbauer, Borja, Mantle, Maris, Versalles, etc., esperábamos de regalo el balón o la pelota, el guante o el bat que diera vida a nuestras épicas e inolvidables ya ahora añoradas batallas callejeras, lo más avanzado de la tecnología se remitía a un futbolito de pequeños e inmóviles futbolistas los que gracias a nuestra imaginación e ingenio tomaban el nombre del jugador y formaban parte del equipo querido y favorito, con mi hermano Rubén Darío, mi primo Gustavo o mis queridos amigos Miguel y Carlos organizábamos eternos torneos cuadrangulares, octagonales a la usanza de la época en que podíamos traer hasta tierras laguneras a equipos y figuras de todo el mundo, y a nuestro antojo podíamos reproducir el clásico regional o nacional. Todo cambiaba cuando rodaba el balón, entonces las picas ocupaban nuestra despreocupada infancia.
Hoy las cosas son distintas, un niño puede jugar solo, o bien, puede conectarse a la red para enfrentarse a otra persona, no necesariamente niño, de otra parte del país o del mundo, basta con oprimir un botón y tener al deporte que se quiera y los equipos que se antojen, se puede alternar con Messi, Iniesta, Ronaldo, Casillas, pueden ser compañeros del Chicharito o incluirlo con asombroso parecido físico al equipo favorito de acuerdo a logros en su participación, el balón rueda pero condicionalmente, compitiendo con algún tema de interés en la computadora o a un programa televisivo, las terregosas canchas callejeras son reemplazadas por pasto sintético y el balón puede ser semejante al que se usa en el mundial o en el torneo local, hoy una camiseta del equipo favorito o de moda puede adquirirse contando con los recursos sin mayor problema, lejos quedaron aquellos pesados balones de cuero y las dos piedras por portería. Sin embargo la esperanza en los niños y en los jóvenes afortunadamente no cambia.
Y listos para cerrar el año taurino en el Coliseo Centenario, con un festival taurino de postín, nos vemos por ahí el viernes, a disfrutar de lo que resta del año y a esperar el siguiente con esperanza e ilusión, de nuevo ¡feliz Navidad!, y ¡hasta la próxima!
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