Es muy difícil sustraerse al tema de Japón. El país del sol naciente lucha hoy intensamente para salir airoso de cuatro crisis simultáneas: sismo, tsunami, amenaza nuclear y caos económico, siendo esta última, quizá, la menos problemática.
Estudié en Japón un posgrado en producción de acero y en sistemas para la calidad y productividad, ese tiempo me sirvió para obtener conocimientos tecnológicos en el país número uno en producción de acero, reconocido internacionalmente por su pasión por la calidad y la productividad. Viajé con otros 24 jóvenes mexicanos para estudiar, becados por el gobierno japonés, cada uno distinta especialidad tecnológica. Al terminar nuestros estudios, la noche antes de nuestro regreso, el embajador mexicano en Japón nos ofreció una cena de despedida en la embajada y nos dijo: "Mañana estarán de regreso en México y espero que hayan disfrutado mucho su estancia en Japón y que todos hayan aprendido mucho acerca de su especialidad tecnológica, pero mucho más aún de la cultura y la filosofía de este milenario pueblo, que hayan asimilado los valores y el sentido del honor. A su regreso, cuando despierten después de la primera noche de dormir de nuevo en México, el haber estado en este país les parecerá un sueño. Lo más probable es que nunca más vuelvan a este país".
Y, efectivamente, las palabras proféticas del embajador se cumplieron, pero sólo en el 96% de los becarios de ese grupo. Tuve la fortuna de regresar a Japón por segunda ocasión dos años después y de regresar una y otra vez un puñado de veces, siempre por periodos largos. Los japoneses nunca han dejado de asombrarme. Muchos amigos y conocidos me han comentado los hechos que ven con incredulidad en los noticieros de la televisión: en las zonas afectadas, nadie se ha dedicado al saqueo, el orden para recibir los racionamientos y la solidaridad social ante la situación extrema se manifiesta a diario. No han perdido el tiempo, se han concentrado en controlar las crisis, en ver cómo salir adelante y cómo superar la amenaza de catástrofe nuclear. La entereza de todos los japoneses ante estas pruebas tan difíciles es extraordinaria.
Todo lo anterior tiene su explicación, a los japoneses desde niños se les educa de manera intensiva, particularmente en sus dos años de educación preescolar, en dos temas específicos: cómo convivir en armonía con sus semejantes y a trabajar en equipo. Y clavo que se sale de la madera, es martillado las veces que sea necesario para que ya no lo haga. Sin embargo, Japón también está expuesto a los cambios en los negocios por la globalización, uno de muchos ejemplos de ello lo es el hecho de que los trabajadores asalariados ya no trabajan toda su vida, como antes, para una sola empresa. Sin embargo, siguen tan comprometidos como entonces y trabajan muchas horas al día, incluyendo con frecuencia los fines de semana.
El maestro aparece cuando el alumno está listo, tenemos mucho que aprender de los japoneses, no solamente en tecnología y negocios, sino en algo mucho más importante y trascendente, en valores, en filosofía de vida y en códigos de ética y conducta.
Mencioné al principio que la crisis económica es la menos problemática de las cuatro porque -si no se presenta una catástrofe nuclear- se recuperarán pronto, en dos trimestres, de acuerdo con especialistas del Credit Suisse. Efectivamente, tienen una paralización importante, muchas fábricas han cerrado sus plantas por tiempo indefinido, por daños o por falta de energía eléctrica o para permitir que sus trabajadores puedan estar junto a sus familias. Además, la infraestructura ha quedado muy dañada. La caída del PIB es obvia, pero transitoria, mientras la economía vuelve a operar normalmente.
Aunque en los últimos años Japón a enfrentado un déficit grande, es la tercera economía mundial después de Estados Unidos y China. El gobierno japonés tiene la ventaja de financiarse a tasas muy bajas, lo que le permite poder manejar niveles altos de deuda. El PIB de Japón es de 5.5 billones de dólares, su economía es más del doble que la de Inglaterra y casi tres veces la de Brasil. Es el cuarto exportador mundial de bienes y uno de los principales abastecedores de bienes de capital -los bienes que sirven para producir bienes-. Sin duda, en los próximos dos trimestres habrá menos oferta de bienes, pero los efectos serán transitorios.
También debemos tomar en cuenta que las cuatro provincias que han sufrido más daños -Fukushima, Iwate, Ibaraki y Miyagi- representan sólo el 6% de la economía japonesa, el 94% restante prácticamente no sufrió los efectos del sismo y del tsunami. Las empresas japonesas son de las más competitivas y eficientes del mundo, y se encuentran en una situación financiera bastante sana, por lo tanto, tienen los recursos necesarios para salir pronto de estos problemas.
En el caso de México, se espera que no se resientan mucho los efectos de la economía japonesa en crisis. En sus exportaciones, México depende muy poco de Japón, de los 280 mil millones de dólares que se exportaron en el año 2010, solamente se exportó a Japón el 0.6% -poco más de 1,900 millones de dólares-. Probablemente en lo que afecte directamente sea en la exportación de carne de puerco, ya que de cada diez dólares obtenidos por la exportación, 9 provienen de Japón. Nos puede afectar en las inversiones en México, si alguna empresa japonesa planeaba invertir en México en el corto plazo, lo más probable es que se pospongan los proyectos.
La crisis nuclear es delicada, sin embargo, las tecnologías de seguridad atómica y la ayuda de la comunidad internacional nos da esperanzas de que no sucedan daños mayores. Japón ha sabido superar la derrota de la Segunda Guerra Mundial, los ataques a Hiroshima y Nagasaki, el terremoto de 8 grados de intensidad en 1923 el cual destruyó Tokyo y Yokohama causando 140,000 víctimas y seguramente también superará la actual situación. Si hay un país que puede salir adelante de cuatro crisis simultáneas, ése, es Japón.
