Entre los políticos de la anterior hornada y los columnistas políticos hubo en la capital del país desconcierto ante el lanzamiento de Humberto Moreira, ex gobernador, rumbo a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, lo que será realidad el próximo 6 de marzo.
Quizá los capitalinos esperaban una solución "old fashion" para la dirección del PRI cuando se espesen los tiempos electorales; pero como no se ha dado (quizá ni se dará) en el partido un movimiento por parte del círculo nostálgico Salinas de Gortari, que encabeza Manlio Fabio Beltrones, el profesor Humberto Moreira Valdés camina puntual y activamente hacia su objetivo. No hay moros en la costa.
Sin embargo, a un periodista de la metrópoli le preocupó esa ausencia de animosidad, que a otros dio pábulo para maquinar mentalmente un suceso dramatizable; por ejemplo, un cónclave rijoso entre el coahuilense Humberto Moreira Valdés y el mexiquense Enrique Peña Nieto por la candidatura de 2012, lo cual serviría para que MFB llegara a ser el candidato "B", lo que ya nadie cree que podrá ser. Quizá esto pudo haber sucedido en los viejos tiempos en que el PRI evitaba los entresijos del futurismo presidencial por medio de un enérgico "úkase" del mandatario en funciones; vale decir que se prendía una vela a San Judas Tadeo para que el enigma político fuera resuelto por una designación del presidente de la república en funciones, ahí por el inminente año 2012.
Quienes así pensaban, no tenían en cuenta las nuevas circunstancias legales, sociales, políticas y demográficas del país; ni tampoco la aparición de un emergente político; la juventud militante, parte activa de la renovación política, va a querer conducirnos al avance democrático.
Entre los jóvenes políticos han crecido serenamente dos posibles aspirantes: el mismo ex gobernador de Coahuila Humberto Moreira Valdés y el mandatario del Estado de México, Enrique Peña Nieto, que por supuesto no van a caer en esas trampas. Serán otras fuerzas y voluntades juveniles, ajenas a chapucerías políticas quienes protagonicen el cambio de estafeta; y son tantas éstas como el resultado de multiplicar los estados libres y soberanos de la república por los millares de jóvenes convencidos de que el PRI sólo podrá renovar los estatutos fundadores y redefinir sus programas de acción partidista, al impulso de esta sangre nueva que será el activo del nuevo PRI, respaldado por una animosa masa ciudadana, convencida de que el recién cumplido centenario de la revolución mexicana va a servir como oportunidad para la transformación de su organismo político.
Si bien, no hace mucho, el PRI solía apoyar a políticos otoñales, que no sólo lo eran en edad sino en actitudes, pensamientos y prácticas; serán ahora los jóvenes que asalten la palestra electoral quienes podrán renovar al PRI y darle sobre vivencia ante el embate de los partidos de izquierda y derecha.
No olvidemos que siempre han existido en el interior mexicano, tierras y ciudadanos distantes, alejadas y menospreciadas desde el epicentro político, que no sólo desatendió sus problemas de comunicación, comprensión y solidaridad nacional; sino que anhelaba oscurecer con una visión objetiva de América las carencias y las soluciones de carácter nacional, opuestas al flagrante centralismo en boga.
Contra esa miopía histórica surgió a un mismo tiempo, la necesidad de pensamientos frescos y abiertos, bien dispuestos a forjar un cambio íntegro que rescatase a nuestras sociedades de todos los errores y defectos existentes en el centralista siglo XX y anteriores del período colonial, que requieren un correctivo de urgencia.
Nuevas mentes jóvenes, dispuestas y preparadas, han de levantar sus brazos, señalando hacia arriba con el índice derecho para gritar ¡presentes! Ya veremos cómo, en las 32 entidades de la República Mexicana, se va a lidiar con los activos humanos del PRI y los proyectos sustanciales de este necesario cambio estructural para que los estados superen el abandono de los gobiernos federales y colmen sus aspiraciones de progreso, gracias al PRI y a sus sectores, en una sinergia patriótica, dispuesta a probar con hechos su amor por éste país.