Una noche de la semana pasada, me despertó la vibración del celular. A oscuras vi que era un mensaje directo de Twitter (aquel que sólo pueden enviar las personas a quien uno autorice): un individuo que me resultó totalmente desconocido escribió que tener 600 mil seguidores era demasiado como para perderlos. No pelé.
Los siguientes días no pude abrir la cuenta desde la lap-top, pero sí en la Blackberry, así que deduje que algún mal funcionamiento traía mi computadora. Pero no. Un hacker había entrado a mi cuenta y cambiado mi contraseña de seguridad. Si el móvil seguía sirviendo era porque nunca había cerrado la sesión.
El viernes por la tarde intenté ingresar de nuevo a Twitter y ya no fue posible por ningún medio. Traté con celulares y computadoras ajenas. Tampoco. Muy a la mexicana, abrazado por el fin de semana, me receté el clásico "el lunes lo resuelvo".
El domingo a mediodía me alertaron que alguien estaba mandando mensajes públicos y privados a mi nombre. Intenté entrar y el hacker había cambiado la combinación, así que no pude más que leer atentamente lo que el nuevo "Carlos Loret" comentaba sobre las noticias que le parecían interesantes (prácticamente, puras del show business: el nuevo Loret resultó bastante más chafón que el original).
Lo atractivo apareció en la tarde, cuando el pirata cibernético transitó hacia la posición de secuestrador. Entró en contacto con una colaboradora de este reportero para liberar la cuenta a cambio de un rescate: quería que le pasara seguidores (como si eso se pudiera hacer con un teclazo).
Ya francamente divertido y en busca de la nota más que de la recuperación de la cuenta, el reportero se puso digno y aplicó la postura oficial de la Casa Blanca: "nosotros no negociamos con terroristas" (secuestradores de Twitter, en este caso, para bajarle "tres rayitas").
El plagiario contraatacó de la manera más salvaje de la que fue capaz: empezó a usar mi cuenta para insultar gente, amigos míos algunos de ellos, divulgó confesiones de "mi" vida privada y me dejó con cero seguidores (el término "seguidores" me resulta sobradísimo, pero así se llama oficialmente a la gente que solicita que lo que uno escriba aparezca de inmediato en su pantalla).
¿Cómo lo hizo? Entró a mi cuenta, cambió mi nombre, fotografía y correo electrónico (lo que imposibilitaba obtener mi contraseña), se agenció a mis seguidores bajo otra denominación (la misma desde la que me había dicho en la semana que tener 600 mil era como para no perderlos), creó una cuenta @carlosloret en ceros para la diatriba y ya en el límite de su creatividad, el cibersecuestrador inventó una tercera cuenta @carlosloret desde la que ya no suplantaba al Loret villano sino al Loret víctima: pedía ayudar -con un mensaje de una cursilería de libro de autoayuda de caja de Vip's- para recuperar los seguidores. Todo, "pidata".
Ya lunes por la mañana, la compañía Twitter internacional y su división para América Latina, con sede en San Francisco, California, entraron en contacto con este reportero, bloquearon la cuenta del impostor y este martes puedo anunciar oficialmente que tengo de vuelta, bajo el mismo nombre y público, esta útil herramienta de la tecnología.
SACIAMORBOS
¡Por supuesto que continuará!...
DESILUSIÓN y frustración dejó la visita que el sábado pasado hizo a esta comarca el Secretario de Gobernación Francisco Moreno Blake. En una visita relámpago a una de las zonas más peligrosas y golpadas por el crimen organizado y también por el desorganizado, el responsable de la política interna del país se limitó a narrar una evaluación sobre el estado de inseguridad en que se encuentra, específicamente, la Comarca Lagunera de Coahuila.
ANTONIO MORENO BLAKE vino realmente (porque lo que se ve no se juzga), a tratar de contarles las muelas a los dirigentes de las fuerzas vivas y a los integrantes del alicaído Consejo de Seguridad.
EL SEÑOR SE LIMITÓ a presentar el diagnóstico que tiene la Secretaría de Gobernación a su cargo y el Gobierno Federal, respecto de la tierra en que vivimos, Ese diagnóstico de muerte, balaceras y crímenes que presentó ya lo conocen muy bien hasta los niños de teta; por ello su visita ha sido todo un gran despropósito y una burla para los habitantes de estas regiones desérticas y polvorientas.
LA PETICIÓN MÁS GENERALIZADA fue:que se deberán mandar más refuerzos (lenguaje típico de un estado de guerra), esto es, más policías federales y soldados; pero ¿y la inteligencia e investigación, qué?).
OTRO PUNTO fue en el sentido de que la guerra en contra del crimen debe ser planificada tomando en consideración a las dos comarcas: la de Durango y la de Coahuila como un conjunto, no de manera separada como ha sido hasta ahora.
POR SU PARTE, el alicaído Consejo de Seguridad opinó que habría que instar a los diputados federales para que gestionen y obtengan en la Cámara Baja, mayores ingresos destinados a la seguridad de la región, esto es, que el asunto se difiera en engorrosos debates sin fin ni resultados prácticos e inmediatos, en el seno de un cuerpo legislativo más dedicado a defender los privilegios de los partidos políticos que lo integran, que a la ciudadanía.
En éste habría de remarcarse que el Gobierno Federal recibe por recaudación muchos miles de millones de pesos que se generan en la región. De esos millones debería, ¡pero ya!, destinar algunos cientos para el combate del crimen que está diluyendo no solamente el Estado de Derecho, sino también la economía del país en su conjunto.
PARA SABER la verdad, existe un dicho popular que asegura: "Piensa mal y acertarás". Por ello pensamos que la estadía del Secretario de Gobernación fue más que nada, una visita para medirle el agua a los camotes con relación a la ya inminente contienda por la gubernatura del estado, especialmente con relacion a Guillermo Anaya, (el primer compadre del país) y por lo mismo, el candidato consentido de Los Pinos.
EN CONCRETO, el señor que despacha en el viejo palacio de Feliciano Cobián por las calles de Bucareli, en la ex capital de los aztecas ahora dominada por las diversas y múltiples tribus amarillas de Marcelo, no se comprometió a nada en absoluto, ni tampoco sugirió alguna nueva estrategia en contra del crimen.
EL VISITANTE se limitó a alborotar a nuestras fuerzas vivas, que como siempre, desunidas, no supieron presentar un frente común único y un solo discurso ante el funcionario federal y el Gobierno del Estado. Cada uno de ellos se limitó a dar sus muy personales puntos de vista sobre la problemática.
DE ESTA MANERA, la iniciativa privada tiró a la basura la gran oportunidad que tenía para haber planteado con energía y unidad un ultimátum, que obligara al Gobierno Federal y al Estatal a entrarle de frente al problema de la inseguridad.
QUIZÁ YA EN el avión y volando rumbo a los ex dominos del "Peje", con un vaso jaibolero en la mano, mirando de reojo por la ventanilla de la nave las áridas tierras de la comarca, y ya rebasada la Sierra de Jimulco, Moreno Blake recapitulaba:
"'Ái' que se las arreglen solitos. Cuando se unan, me avisan".
¡Salucita!