Los jugadores celestes salieron cabizbajos de la cancha del estadio Hidalgo tras la derrota 1-0. Cruz Azul vive calvario en el estadio Hidalgo
Serio, prácticamente inmutable... Resignado. Enrique Meza sólo atinó a suspirar cuando se oficializó el término del calvario que vivió desde un palco del estadio Hidalgo.
El Ojitos volvió a confirmar lo duro que es no tener a Christian Giménez. "El Chaco" jugó otro gran partido fuera de la cancha. Ya cumplió la mitad del castigo que recibió por aquella penosa trifulca en la semifinal del torneo anterior. Han sido 270 minutos sin él, aunque para el Cruz Azul es una eternidad.
La Máquina no resistió el embate del Pachuca y Jaime Ayoví la descarriló a cuatro minutos del final. El director técnico celeste pagó caro la nueva muestra de su terquedad. La fórmula de replegarse, con casi una mitad por jugarse, volvió a representar un suicidio.
Los Tuzos obtuvieron su primera victoria del Apertura 2011 (1-0). Apretada y dramática porque la labor de Yosgart Gutiérrez fue determinante, aunque atacó mal aquel balón que fue conectado por uno de los gigantes de ébano que conforman el ataque hidalguense. La afición cementera extraña más a Giménez, pero en jugadas como ésa también se acuerda de José de Jesús Corona, quien purga una sanción idéntica al talentoso atacante argentino.
Decepcionante noche para gran parte de la multitud que llenó el estadio Hidalgo. El Cruz Azul puso la gente, Pachuca el futbol y, sobre todo, el corazón.
La tormenta que hizo ver endeble al Huracán no intimidó a los guerreros que soportaron estoicos en sus butacas. Anhelaban ser premiados por su valentía; se fueron empapados y con la boca amarga.