Siglo Nuevo

Cuando ella se va...

FAMILIA

Cuando ella se va...

Cuando ella se va...

Leonor Domínguez Valdés

Los divorcios se han vuelto algo cotidiano en nuestros días. Ante la separación, lo común es que el hombre se vaya de la casa y la mujer se quede a cargo de los hijos. Si por alguna razón ocurre lo contrario, la condena hacia la fémina no se hace esperar.

En la época en la que vivimos la sociedad ha sufrido cambios impensables. Dos de ellos son el debilitamiento de los lazos afectivos entre las personas y la fragilidad enorme de la capacidad de compromiso. De pronto parece que la prisa y la inmediatez no dan cabida a la posibilidad de establecer relaciones sólidas y estables... los nexos de amistad y de amor parecen ser tan fáciles de destruir como lo es una hoja de papel. En los matrimonios a veces simplemente ocurre que el vínculo se va gastando y el amor da paso al cansancio, el fastidio, la fatiga e incluso el resentimiento y el odio por parte de alguno de los cónyuges o bien de ambos, hasta que la necesidad de la separación se torna inminente y necesaria.

En estos casos lo habitual es que sea el hombre quien desaloje el hogar construido en conjunto, mientras que la mujer se queda a cargo de la crianza de los hijos, cuando los hay; y aunque él contribuya económica y/o emocionalmente, ella se convierte en la principal responsable. Resulta común que al poco tiempo él establezca una nueva familia, lo cual es visto en cierto grado como algo ‘normal’.

Con menos frecuencia se da que la fémina sea quien se va y deje a los hijos bajo el cuidado del ex marido. Pero también ocurre. Y cuando es así, la reacción de su entorno, incluyendo su círculo social suele ser desaprobatoria. ¿Por qué la diferencia?

EVIDENTE DESIGUALDAD

Usualmente si un varón quiere divorciarse de su esposa, hace todo lo posible porque la relación resulte insostenible hasta que sea ella quien exprese su necesidad de romper. Así le resulta más fácil marcharse y depositar en su ex consorte la obligación de la educación y crianza de los hijos (y a menudo también el gravísimo peso de mantenerlos).

Contrario a lo que pueda pensarse la sociedad no es totalmente aceptante con esos hombres. Suelen reprobarse los actos de infidelidad, falta de honradez, responsabilidad o compromiso del varón para con su cónyuge e hijos. Pero también existe la creencia ancestral de que el hombre ‘así es’ y por lo tanto la mujer deberá aceptar y asumir que la irresponsabilidad y el descuido de éste sean ‘algo natural’. Así, aun si a él se le sanciona su ‘pecado’ se le perdona rápidamente y muy pronto el ahora soltero se encuentra en posición de iniciar una relación con otra compañera, o bien de dar en algún sentido un rumbo distinto a su vida.

En México todavía son pocos los casos en los cuales es ella quien desea irse y dejar atrás la familia que formó. No obstante es un fenómeno que sí se presenta y hoy más que antes, pues por lo menos las mujeres de clase media y alta gozan de una mayor preparación profesional que les permite hacer frente a la vida y abrirse paso por sí mismas. Aunado a lo anterior, las mujeres cada vez tienen mayor conciencia de su dignidad como individuos y están menos dispuestas a tolerar situaciones que puedan comprometer su salud física y emocional.

Cuando una mujer resuelve dejar al marido y a los hijos, la sociedad suele sancionar con severidad su decisión a tal grado que frecuentemente queda en una situación de gran vulnerabilidad afectiva, ya que los demás siempre están prontos a juzgarla duramente, independientemente de los motivos que la hayan orillado a irse de casa; lo único que trasciende es que ha sido capaz de “abandonar a su familia”.

Las amigas se alejan; los matrimonios con los cuales solía reunirse la pareja, la desconocen y repudian; incluso encuentra rechazo en la comunidad religiosa en la que obtenía la esencia de su realización espiritual.

Más todavía, en nuestro país aún existen algunas empresas en las cuales no se admite la contratación de mujeres cuya condición sea la de divorciadas o separadas, de tal manera que para quien vive esta situación las posibilidades de encontrar empleo se reducen notoriamente.

EL MACHISMO COMO TRASFONDO

Solemos pensar que para el varón ‘ser macho’ es un privilegio. No es así, puesto que implica intrínsecamente asumir una serie de conductas y comportamientos predeterminados por la sociedad. Todo hombre que se precie de serlo ‘habrá de ser también muy macho’ y con ello se hará acreedor de una serie de derechos en relación con las mujeres y en particular las de su familia (en especial su pareja) y con sus hijos, sobre quienes querrá tener absoluta autoridad y dominio.

En virtud de lo anterior, cuando un varón es abandonado por su esposa es tan grande el impacto de la herida narcisista provocada por este hecho, que en ocasiones suele verse cegado por el resentimiento y la ira, y en consecuencia llegar al grado de asumir actitudes agresivas que podrían poner en riesgo la vida de la ex consorte. Sin ir tan lejos, esas emociones lo pueden incitar a complicar su interacción con los demás mediante comentarios que la desacrediten o simplemente a no defenderla de los ataques de la gente cercana ante las acciones que ella esté tomando (emprender un proyecto nuevo, estudiar, asumir cierto cargo en una empresa, formar otro hogar, etcétera), a pesar de que la separación y sus términos hayan sido decididos en común acuerdo.

Es prudente resaltar que el machismo no es una condición privativa del mexicano, antes bien es una problemática presente en culturas de muchas naciones; en algunas el dominio del hombre es tal que la mujer ni siquiera es digna de ser considerada como persona.

Por otro lado el cambio de los papeles tradicionales en ambos sexos hacia una condición más igualitaria y de mayor equidad de género, ha vuelto necesaria una transformación en lo referente a las bases sobre las que se construye la vida de pareja. Ahora las mujeres quieren estudiar y formarse académicamente, trabajar y conquistar logros profesionales. La mayoría espera asimismo encontrar a un compañero de vida con quien formar una familia y esto no entraña contradicción alguna, es legítimo que deseen alcanzar el pleno desarrollo de su potencial.

Para los varones esta nueva condición ha resultado ser sumamente compleja, pues si bien las féminas han evolucionado a pasos agigantados en diversos aspectos, ellos parecen haber ido más despacio y la aceptación de ese drástico cambio en los roles les resulta confuso y les significa un enorme esfuerzo en términos emocionales, intelectuales y conductuales.

EL AMOR ES DE DOS

No debemos olvidar que el amor de pareja involucra tanto al hombre como a la mujer y los dos tienen la misma responsabilidad y compromiso del uno para con el otro y de ambos hacia quienes hayan nacido como fruto de su unión conyugal.

Resulta fácil censurar a una mujer que ha decidido separarse de su marido y marcharse de casa sin llevarse a los hijos. No obstante todo juicio resulta infundado, puesto que la sociedad suele ignorar los motivos subyacentes que la condujeron a tomar una opción de semejante radicalidad. En ocasiones alguien opta por una alternativa drástica porque ha alcanzado un grado de desgaste emocional y físico de tal magnitud, que su salud integral se ve seriamente amenazada y es entonces cuando se atreve a dar ese gran salto, ya que esta es la última condición de posibilidad de mantener la cordura, la salud física y el sentido y significado de la vida.

Más allá de los motivos y las circunstancias, el hecho de que un matrimonio concluya involucra a ambos esposos. No corresponde a los demás juzgar sus razones y menos aún mostrar mayor dureza hacia la mujer si es quien elige irse.

Correo-e: leonor.dominguez@iberotorreon.edu.mx

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Cuando ella se va...

Clasificados

ID: 653707

elsiglo.mx