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Cultura y mercado de la extorsión

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LUIS DE LA CALLE

 L A extorsión se ha vuelto uno de los temas más álgidos de la lucha en contra del crimen organizado y en una de las principales quejas de la población. Algunos afirman que la lucha en contra del narcotráfico hubiera fomentado que las bandas criminales se diversificaran a otro tipo de delitos y uno de ellos fuera la extorsión. Para otros, la extorsión es un síntoma de la fortaleza del crimen y su capacidad para extender y diversificar su ámbito de acción.

En cualquier caso, es cierto que si bien el crimen organizado ha desnudado la capacidad institucional del Estado para enfrentarlo -en particular en el ámbito municipal y estatal- también ha puesto al descubierto una cultura y modo de operación basados en la extorsión, más allá de lo que se considera actividad criminal, y que apunta hacia la dificultad de resolver este problema.

No es una casualidad que la extorsión haya florecido en México en un clima de impunidad. Los extorsionadores piensan que si es una práctica extendida e impune, ellos también pueden llevarla a cabo. Para revertirla e incluso erradicarla va a ser necesario no sólo avanzar en la persecución de la extorsión criminal, sino volver culturalmente inaceptable la más extendida y arraigada.

La extorsión es también muchas veces consecuencia del abandono por parte de los gobiernos de sus responsabilidades, que son ocupadas por otros grupos.

Además del cumplimiento con sus responsabilidades, la más importante contribución que podrían hacer los gobiernos es eliminar los instrumentos que promueven la extorsión, en especial de las propias autoridades. Van algunos ejemplos:

1. Mucho disminuiría el maltrato a los inmigrantes de América Central si se les dejara entrar y circular libre y legalmente en el país. Serían menos extorsionados por las autoridades de inmigración, por las policías locales y federales y, por los extorsionadores no oficiales que, ahora, incluso los matan. Es probable que Estados Unidos se quejara de una política de esta naturaleza, pero la elección entre más víctimas y unas quejas es trivial.

2. En muchas colonias de la ciudad de México si no se hace una contribución no voluntaria, no se recoge la basura de las viviendas. La recolección de basura es un jugoso negocio privado de un servicio público que el gobierno ha dejado. La mayoría acepta la extorsión, mientras el resto simplemente tira la basura en alguna esquina.

3. Los franeleros se han convertido en dueños de arroyos vehiculares y los ambulantes de muchas aceras. La amenaza de cuidar su coche es también una forma de extorsión. Si los municipios pusieran parquímetros en las calles con altos índices de estacionamiento, desaparecerían franeleros, valets y habría menos ambulantes. Los gobiernos al no querer cobrar por el uso de un bien escaso como el espacio en la calle no sólo pierden valiosa recaudación, sino que fomentan la extorsión.

4. Los negocios informales son con frecuencia extorsionados y no están exentos del pago de impuestos por uso de suelo, sino que los pagan a extorsionadores y no a los gobiernos locales como debieran.

5. El gasto en publicidad por parte del gobierno federal y de los gobiernos estatales en medios impresos y electrónicos se ha convertido también en una forma de extorsión. Los gobiernos a veces piensan que para mejorar la cobertura deben reasignar o aumentar el gasto en publicidad. La única manera de terminar con esta forma de extorsión es eliminar el gasto en publicidad.

6. Los policías de tránsito de la ciudad de México se han vuelto expertos en detectar automóviles cuyas verificaciones ambientales acaban de vencer.

7. El régimen laboral producto de la ley federal del trabajo y el artículo 123 de la Constitución promueven mucho más la extorsión y su solución, los sindicatos blancos, que la protección de los derechos de los trabajadores.

8. Los permisos de construcción son una importante fuente de extorsión. Quizá la mejor manera de disminuirla sea que los permisos se discutan y entreguen por medio de asambleas públicas en los cabildos.

9. Algunos de los comerciantes que ahora son extorsionados por grupos criminales antes contribuían con una cuota a policías locales. A una autoridad la ha sustituido otra. La única manera de frenar la práctica es no aceptar extorsión ni oficial ni oficiosa.

10. Las constantes marchas de todo tipo de grupos de interés son también una forma de extorsión. Los manifestantes han aprendido que los gobiernos acceden a la presión y se obtienen pingües beneficios en términos de subsidios, privilegios, compensaciones, concesiones y otros.

Mucho se ha discutido sobre la conveniencia de legalizar las drogas para avanzar en la lucha contra el crimen organizado. Es, sin duda, un debate muy importante. No obstante, con frecuencia no se quiere ver que prácticas muy extendidas y normas jurídicas aceptadas son fuente importante de extorsión y crimen organizado. Modificar estas prácticas y cambiar estas normas puede ser incluso más importante que legalizar las drogas en términos de establecer el imperio de la ley. Aunque mucho se ha avanzado, por ejemplo, en materia de apertura comercial, todavía hay importante contrabando en sectores relativamente protegidos. Su liberalización contribuiría a una menor actividad delictiva y extorsión en la frontera y a una reducción de la economía informal.

En esta última sesión ordinaria del Congreso de la Unión se dejaron pendientes algunas oportunidades para reducir el mercado de la extorsión: no fue aprobada la reforma laboral, no se consiguió la reelección de presidentes municipales que tanto serviría para que se cobrara regularmente el predial y hubiera parquímetros, no se aprobó el tratado de libre comercio con Perú.

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