La Policía y los manifestantes chocaron en el Centro de la capital tunecina, llevando la agitación al centro político del país tras casi un mes de violencia contra el presidente que durante dos décadas ha gobernado con mano de hierro.
El gobierno impuso un toque de queda nocturno, una medida altamente inusual en este país norafricano generalmente estable, donde las promesas del presidente de controlar a los manifestantes y crear empleos poco han hecho para apaciguar los ánimos de la población.
Los gobiernos europeos advirtieron a sus viajeros sobre el peligro que corren si visitan Túnez. El turismo es una de las principales fuentes de divisas de la pequeña nación africana.
La Policía lanzó gases lacrimógenos a centenares de manifestantes en el cruce principal de la ciudad, logrando que se dispersaran por las calles aledañas. Los comercios de la zona cerraron. No quedó en claro si hubo heridos o detenidos.
Dos vehículos del ejército fueron colocados en el cruce aledaño a la embajada francesa.
La violencia estalló horas después de ser cesado el ministro del Interior, medida que la incertidumbre y las próximas medidas que adoptará el presidente Zine El Abidine Ben Alí - desafíos que nunca fueron planteados durante su mandato.
