Ella, nuestra compañera, estaba impresionada.
Ha estado con nosotros desde la juventud, en las buenas y en las malas.
En las duras y en las maduras.
Había visto un programa de la televisión española, y ya desde el título del espacio electrónico había quedado impactada.
Hablaba de: Los abuelitos golondrinos.
Y con palabras emocionadas nos describió el mencionado programa, diciéndonos:
Los abuelitos golondrinos son esos seres, de avanzada edad, que unos días están con unos hijos, y otros con otros.
Van de sitio en sitio buscando espacio de paz y tranquilidad, con una poca de atención.
Están sujetos al temperamento de hijos, hijas, nueras, yernos, nietos y otros familiares.
Como no tuvieron para poseer su casa propia, andan siempre en busca de asilo familiar, y se quedan donde les hacen placer, hasta que casi los echan fuera.
De estos seres hemos conocido muchos, y siempre nos ha impactado cómo los tratan en todas partes, a veces muy bien, pero otras no.
Platicamos algunas veces con ellos, y quedamos impresionados por su amor, su cariño y su silencio, con el que evitan comentar la forma en que viven.
Líbrenos el Señor, dice nuestra compañera, de llegar a esa situación, andar de aquí para allá, dando lástimas.
Por ello, usted que aún es joven, haga lo posible y hasta lo imposible por no depender de otras personas cuando vaya avanzando en la edad. Sería muy triste que mientras uno de sus seres queridos se desviviera por atenderlo lo mejor posible, los demás no lo hicieran.
Y con la edad, como que todos nos vamos haciendo más sensibles, más sentimentales.
