Se le ve desesperado
Tiene 52 años, le falta una pierna y padece diabetes.
Hace diez años entró por más de seis meses a un centro de rehabilitación de Alcohólicos Anónimos y salió con ganas de triunfar. Estaba todavía completo, recuerda, tenía sus dos piernas y muchas ganas de salir adelante.
Además poseía un título, pues es ingeniero agrónomo.
Así que lleno de esperanzas empezó a tocar puertas, buscando trabajo.
Y lo que ocurre en estos días, el tiempo fue pasando y el trabajo nunca apareció.
Al ver que los hilos de plata empezaban a multiplicarse por su cabeza, alguien le recomendó: ve a un super, pide oportunidad como "cerillo", dicen que los clientes dan buenas propinas.
Así que esperanzado fue al primer supermercado que encontró y pidió una oportunidad.
Le dijeron que la cosa no era fácil, que tenía que anotarse en una lista y que ésta la manejaba el DIF. Además que había muchos en espera, pues le dan oportunidad a niños y a personas de la tercera edad.
Esto nos lo contó el otro día, un tanto desesperado.
Su esposa y sus hijos también están desesperados.
Ella no logra salir de una seria enfermedad que le aqueja desde hace años, lo que la incapacita por semanas y en su trabajo ya le hacen el feo.
Los hijos no saben qué hacer. Dicen que ya no tienen cabeza para estudiar, que todo en su casa son puros problemas.
Hoy, que hay mucha gente en campañas política, ojalá entre las muchas promesas que hacen, haya lugar para tomar en cuenta a estos mexicanos, olvidados, apartados.
Prometerles algo sería cuando menos una esperanza, que al fin y al cabo poco han de cumplir por mucho que se comprometan, firmen y aseguren.
