Alfredo Miranda
Rascacielos, le llaman también.
Sigue recorriendo día a día, sin descanso alguno, todas nuestras calles.
Nunca lo hemos visto utilizando un autobús, o un taxi, siempre a pie con sus grandes zancadas.
Lleva bajo el brazo su última publicación, por noviembre y diciembre, sus famosas Calaveras, y el resto del año lo que se le ocurre y recuerda, lo mismo los lugares donde se celebraban fiestas y bailes que personajes populares, como "El Verde" o como "Sir Guaitron".
¿Cuántos años tiene?
Quizá ande cerca de los tres cuartos del siglo, quizá menos, quizá más.
Pero a él la edad le hace lo que el viento a don Benito, pues nunca da muestras de cansancio, ni le duelen las piernas ni lo agobia el fuerte sol acompañado por estas épocas del calor.
Nosotros, desde hace mucho tiempo lo hemos considerado como el cronista más populachero de todos, porque día con día con sus ojillos, que son cada vez más pequeños, lo ve todo y lo apunta también, y esto lo hace desde que esta ciudad empezó su crecimiento, desde donde Alfredo Miranda sigue viviendo y que todos conocen como "Torreón Viejo".
Él sabe más de lo que él mismo imagina, por ello es una lástima que su último libro, con cosas muy nuestras, no tenga quien lo edite.
Viene a esta casa esperanzado en que Johan Uribe, nuestro experto en cuestiones culturales, le dé una manita, pero éste también se topa con la indiferencia de los que podrían dar la mano.
Pero Alfredo no se arredra, sigue adelante, escribiendo y recordando como si fuera ayer cómo ha ido creciendo y transformándose una ciudad que hoy ya no viste de gala como antaño, sino con ropajes cada vez más convertidos en girones.
Que el Señor nos conserve mucho tiempo al querido y estimado Rascacielos, que sus ocurrencias las tenga siempre en sus pláticas y escritos, y que alguien un día le dé la mano para que podamos tener mañana los recuerdos del ayer.