¿Dónde está hoy?
¿Qué hace?
Siempre fue brillante.
Lo conocimos muy joven, estudiaba en la Escuela Carlos Pereyra donde era sobresaliente.
Eran los tiempos en que escribíamos unas columnas que se llamaban Panorama Estudiantil e Información Estudiantil, las que firmábamos sólo con el nombre de Miguel Ángel.
Las habíamos heredado de José Luis Camarillo Alonso, que se había ido a la Ciudad de México a continuar sus estudios profesionales. Eran nuestras primeras aportaciones al periodismo, allá por los años sesentas.
En ellas hablábamos del acontecer educativo de la Región, y casi siempre poníamos al final la lista de los alumnos distinguidos de cada escuela. Dimos a conocer a talentos juveniles que después triunfaron en muchos quehaceres.
Ahí presentamos alguna vez también a José Antonio Lara Villarreal, uno de los mejores estudiantes de la Pereyra.
Hicimos gran amistad con él, a grado tal que cuando la columna fue creciendo, haciéndose más popular, pedimos a "Toño" Lara fuera nuestro corresponsal.
Y lo hizo muy bien, pero tuvo que seguir el camino de muchos que buscaban continuar estudios profesionales y por ese entonces aquí no había dónde hacerlo.
Se fue a la gran Ciudad de México, donde fue, como era de esperarse, también brillante alumno en Derecho y hasta dirigente estudiantil.
Muy joven empezó a triunfar a lo grande en su profesión, y un día nos llegó una noticia que nos llenó de alegría, se le nombraba Embajador de México en la India.
Pero ahí no terminaron nuestra gratas sorpresas, porque nos comunicaron de Relaciones Exteriores que el señor embajador Lara Villarreal nos invitaba a colaborar con él en la India.
Y a los pocos días, "Toño", con ese su vozarrón y muerto de risa nos decía: "Mi querido Miguel Ángel, te voy a corresponder lo que hiciste por mí, y qué mejor que te vengas conmigo a Nueva Delhi donde actualmente radico, traigas a tu familia y seas el agregado cultural a mi lado".
¡Súmbale!, dijimos, nos agarró de sorpresa. Lo consultamos con don Antonio de Juambelz, con la familia, con nuestros maestros y compañeros de la escuela de Derecho donde estudiábamos aún, y casi todos se opusieron a que nos fuéramos de aquí, especialmente don Antonio y la familia.
Le dijimos esto a "Toño" y no lo creía.
Para no hacerla larga hubo muchas comunicaciones al respecto y no fuimos.
Pasó el tiempo y luego lo nombraron embajador de México en Argentina, y volvió a invitarnos.
Tampoco fuimos pues don Antonio nos preparaba para seguir haciendo cambios importantes en esta empresa, los que fuimos realizando ante la sorpresa de muchos.
No hubo distanciamiento con "Toño", pero hace ya algunos años no sabemos de él, aquí vive su hermana Rosita, que de vez en cuando nos saluda y nos reclama no habernos ido con su querido familiar.
Hicimos lo que debíamos, o sea, lo que más nos ha gustado en la vida. Aquí seguimos felices.
