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DE LA VIDA MISMA

Lic. Miguel Ángel Ruelas

Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Con estas palabras, unidas en hermosa frase, crecimos.

Las vimos por vez primera en los grandes pendones que adornaban la iglesia de nuestro pueblo.

Las había mandado colgar el padre Polina, tan querido y respetado en el lugar. Quien nos había vaciado en la pila bautismal las aguas lustrales.

El compadre de abuelito Antonio y quien en los momentos de la confesión, mientras relatábamos nuestras travesuras, que no pecados todavía, nos lanzaba tremendos coscorrones que tratábamos de evitar porque eran verdaderos macanazos, pues tenía la mano pesada.

¿Qué significaban esos mensajes? preguntamos al religioso después de la comida servida por abuelita "Tacha", y él, rascándose la cabeza nos dijo muy orgulloso: Es un mensaje para la eternidad, recuérdalo.

Quiere decir -añadió- que en este Valle terrenal, donde estamos sólo de paso, tú y quienes estén en tu tiempo , necesitarán de la tranquilidad para vivir mejor, sin odios, ni egoísmos, y así poder disfrutar del fruto de la justicia y el amor entre todos los seres.

Y para rematar su dicho añadió las palabras expresadas por Lucas a los pastores cuando anunció, en un día como ayer, la llegada del Mesías, que rezan textualmente:

Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Ayer, mientras estábamos en catedral, nos vinieron a la mente estos recuerdos.

Volvimos a sentir a nuestro lado la presencia del padre Polina, con sus manos trenzadas sobre su vientre y orando, mostrando una paz y una tranquilidad que estaban muy lejos de aquella gran actividad que desplegaba para todo lo que hacía cuando se apartaba del altar. Se transformaba totalmente, era un hombre que empuñaba el arado en el campo para ayudar a quienes cultivaban la tierra, el que arrebataba la cuchara del albañil para mostrarle cómo se hacían mejor sus tareas, el que de vez en cuando se ponía atrás del mostrador de la tienda de abuelito a despachar dieces y veintes de manteca que embarraba en papel de envoltura. El que entraba al colegio a explicar la lección.

Los recuerdos se esfumaron, volaron.

Y luego apareció la realidad que hoy vivimos, sin paz en esta tierra.

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