Dos esquimales veían un viejo ejemplar de la revista Playboy. Estaban vestidos con su parka y demás prendas de piel de foca que los cubrían herméticamente de la cabeza a los pies. Le pregunta con asombro uno al otro: "¿Quieres decir, Nanuk, que también nuestras mujeres tienen todo eso?"... Don Cornulio le comentó a un amigo: "No sé qué hacer con mi esposa. Quiere estar haciendo el amor a todas horas". El amigo se sorprende, y le dice: "Muchos hombres estarían felices con una mujer así". Responde apesadumbrado don Cornulio: "Lo están; lo están"... Llegó un individuo a la tienda de conveniencia, y en perfecto español le preguntó al encargado: "¿Hablas inglés?". "Un poco, señor" -respondió el joven. "Ah, qué bueno -se alegra el individuo-. Dame un six"... El niño gangosito supo que el circo había llegado a la ciudad. Le pidió a su papá: "Fafi, llégame al cigco". "¿Al Atayde?" -preguntó el señor. "Anque sea a la noche" -responde el pequeñín... El señor y la señora hicieron un viaje a la India, y vieron el consabido espectáculo del fakir que hace subir una cuerda con la música de su flauta. Con gran interés le pregunta la señora al faquir: "¿Y nada más funciona con cuerdas?"... Se presentaron los novios ante el padre Arsilio, para las amonestaciones. Ella se apellidaba Merúlez; él también. "¿Alguna relación?" -les pregunta el buen sacerdote. "Bastantes -responde ella-. Pero ya vamos a regularizar la situación"... El muchacho le sirvió brandy a la chica. "Dime cuánto" -le pidió. "Eso lo arreglaremos después -responde ella-. Por lo pronto sírveme el brandy"... En el banquete de bodas un señor con humos de orador se puso en pie a fin de pronunciar un brindis. Empezó con sonorosa voz: "¡Pido a la novia que levante su copa!". Llena de confusión la muchacha se acomodó apresuradamente el brassiére. (Con ambas manos, pues el señor no precisó cuál de las dos copas traía medio cáida)... Con concienzuda aplicación el papá de Pepito le estaba dando a su tremendo hijo unas buenas nalgadas, pues el chiquillo había hecho una más de las suyas. "Ya no le pegues, viejo -le pide su señora-. Ten la seguridad de que no lo volverá a hacer". "Precisamente por eso estoy aprovechando -responde el señor con rencoroso acento-. Porque a lo mejor ya no lo vuelve a hacer"... El bondadoso señor americano trataba de enseñar los rudimentos de la lengua inglesa a un mexicano. "How do you do?'' -le dijo para que repitiera. "Jou du yu duuuu?" -pronunció el mexicano. "Oh no -meneó la cabeza el profesor-. Usted no pronunciar bien. A ver; otra vez: How do you do?''. "Jau duuuu yu du''. "No -repitió el norteamericano-. Estar pronunciando mal. How do you do?''. "Jauuu duuu yuuu duuuu''. "Muy mal -desaprueba el profesor-. Favor de pronunciar otra vez''. El mexicano estalló: "¡Mejor vaya usté y tizne a su madre!''. "Eso usted pronunciarlo muy bien -dice el maestro-, pero no 'How do you do?'''... La recién casada, frondosa y joven mujer de nombre Avidia, hizo que el primer días de la luna de miel su flamante maridito le demostrara 12 veces su amor en 24 horas. Terminado el duodécimo trance el muchacho cayó de espaldas en la cama. Estaba exangüe, desfallecido, exánime, abatido, postrado, decaído, desmadejado, laso, debilitado y consumido. (Nota. Cualquiera que no sea de Saltillo habría estado en la misma condición). "¡Anda, mi amor! -le pidió ella-. ¡Hazme el amor una vez más!". "Pero, Avidia -alcanza a decir él con feble voz-. ¡Ya van 12 veces!". "¿Y qué? -replica ella-. ¿Eres supersticioso?"... FIN.
