Lleno de angustia se presenta un individuo ante el siquiatra. "-Doctor -le dice-. Tengo complejo de inferioridad. Mi caso debe ser único en el mundo". "-No lo creo -responde el analista-. Muchas personas tienen complejo de inferioridad". "-Sí, -dice el sujeto-. Pero yo soy argentino"... En una fiesta el seductor galán cortejaba a la muchacha curvilínea. Le dice ella: "-Me juré a mí misma no hacer el amor sino hasta que esté comprometida para casarme". "-Qué lástima" -dice el galán levantándose para retirarse-. "-No te vayas -le dice sonriendo la muchacha-. Ya estoy comprometida para casarme"... El nuevo director del manicomio recibía el saludo de los loquitos. "-Soy Napoleón" -le dice uno-. Acude otro: "-Soy Napoleón". Un tercero se acerca: "-Soy Napoleón". Y llega uno más y se presenta igual: "-Soy Napoleón". "-¡Oigan! -le dice muy divertido el director-. Solamente uno de ustedes puede ser Napoleón. ¡No es posible que haya aquí cuatro Napoleones!". "-Disculpe, doctor -interviene una dama ahí presente-. Creo que debe usted respetar la personalidad de los internos. Si estos cuatro hombres quieren ser Napoleón no se les ha de impedir que lo sean. Es muy importante aceptar la forma en que cada uno de ellos se percibe, aunque haya en la institución cuatro Napoleones". "-Perdóneme, señora -se disculpa muy apenado el director-. Reconozco mi ligereza poco profesional. ¿Quién es usted?". Responde la mujer: "-¡Soy Josefina!"... En 1921, hace justamente 90 años, Ramón López Velarde escribió su "Suave Patria". En ese poema espléndido hay un verso: "... Y la hora actual con su vientre de coco...". Cargada de destino, ciertamente, estaba la hora de México en aquel año crucial, tanto que el poeta de Jerez la vio con el vientre redondo y duro de una mujer embarazada y a punto de alumbrar. Así contemplo yo la actual hora de México. No puedo hacer un verso como aquel, naturalmente, pero sí puedo compartir tal intuición. Lo que no sé es qué carga lleva ahora el tiempo mexicano. ¿Es carga de violencia lo que tiene henchido el vientre de la patria o es promisoria carga de esperanza?... En la conversación de sobremesa una señora sostenía una tesis por demás extraña. "-Yo pienso -decía-, que los equinos tienen más sentido común que los humanos". "-¿Por qué?" -pregunta sorprendido alguien-. Y contesta la señora: "-No sé de ningún caballo que se haya arruinado apostando en las carreras de hombres"... Después de tres años de ausencia en alta mar el joven marinero recibió noticias de que su barco regresaría a puerto. De inmediato puso un cablegrama a su novia: "-Tan pronto regrese nos casaremos, Susiflor. Vacúnate contra el tétanos, porque voy algo oxidado"... Dice un sujeto a su amigo: "-Estoy comenzando a tener dudas acerca de mi matrimonio. Nos cambiamos de Mérida a Tijuana y mi señora sigue teniendo el mismo lechero"... El viejito y la viejita hacían recuerdos. "-Cuando yo era joven -dice el viejito- tenía el cuerpo de un atleta". "-Eso no es nada -replica la viejita-. Yo tuve el cuerpo de diez"... Dimas y Jactancio, dos amigos bastante presumidos, hacían gala de sus habilidades amatorias. "-Mi mujer y yo somos muy buenos para hacer el amor -dice el tal Dimas-. En la cabecera de la cama tenemos una imagen de San Dimas, mi santo patrono, el buen ladrón crucificado. Cada vez que acabamos de hacer el amor San Dimas se desclava y nos aplaude". "-Eso no es nada, -replica Jactancio-. Mi señora y yo tenemos en la cabecera de la cama un cuadro de la Última Cena, y cada vez que acabamos nos hacen la ola"... Entra un tipo en la cantina y dice con tono retador: "-¿Quién tiene los désos más grandes que yo?". Un sujeto mal encarado y fortachón se levanta desafiante. "-Yo, -le dice al otro encarándolo-. Yo tengo los désos más grandes que usted". "-Ah, bueno -responde el tipo-. ¿No me compra unos chones que me regalaron y que me quedan grandes?"... FIN.
