Jactancio Narcícez, joven elato y vanidoso, tiene mucho de eso que llaman "autoestima". A su lado el más grande motivador es un pigmeo con complejo de inferioridad. En cierta ocasión Jactancio estuvo con una call girl (muchacha de la calle). Al terminar el trance ella le dijo: "-¿Y el dinero?". Encendiendo un cigarro le contestó Jactancio: "-Ahí déjamelo, sobre el buró". Ayer alguien le dijo a Jactancio: "-Hermoso día". Respondió él con modestia: "-Muchas gracias". La semana pasada se estaba refocilando con una chica en casa de ella. De pronto oyeron llegar un coche. Se asoma por la ventana la muchacha y exclama: "-¡Viene mi mamá con mi hermana y una tía!". Sin suspender su actividad responde Jactancio: "-Tendrán que esperar su turno"... La señorita Himenia Camafría, célibe madura, asistió a la función de lucha libre. Uno de los luchadores fue arrojado del ring y le cayó en el regazo. Cuando hizo el intento de volver a la palestra la señorita Himenia lo detuvo abrazándolo con fuerza. "-¡Ah no! -exclama vehementemente-. ¡Lo cáido cáido!"... Es la selva de Chiapas repositorio de una riquísima vida natural, tanto de flora como de fauna. Especies animales que no habitan en ninguna otra parte del planeta viven ahí. Su territorio se ha ido reduciendo inexorablemente por la perniciosa obra de hombres que no tienen conciencia alguna de la importancia que no sólo para la región, sino para todo el planeta, reviste la conservación de los recursos con que cuenta la selva de Chiapas. Aunque una y otra vez las autoridades han proclamado su voluntad de preservar esa valiosísima región, lo cierto es que se sigue degradando día tras día. Las asociaciones preocupadas por la conservación de nuestros escasos recursos naturales deben estar alerta y vigilar cuidadosamente cualquier acción que pueda redundar en daño para la selva lacandona, que bien podría desaparecer en un futuro no muy lejano si los destructores del medio ambiente no hallan oposición... Nego Contreras era el hombre más objetor de la comarca. A todo se oponía; todo lo refutaba, contradecía, negaba, rebatía, objetaba, controvertía, impugnaba y redargüía. Si alguien decía: "blanco" él respondía: "negro". Si todos decían "sí" él era el único que levantaba un "no". Cierto día sostuvo tremenda discusión con un sujeto poco habituado a hallar oposición. Todo lo que decía el tipo lo argumentaba Nego en contra; a cada paso sostenía lo contrario de lo que afirmaba el individuo. Harto éste de tanta contradicción saca una pistola y le grita a Nego: "-¡Te voy a matar como a un perro!". Y así diciendo le dispara toda la carga del revólver: ¡bang, bang, bang, bang, bang, bang! (Esta columna me la pagan por palabra). Cae herido de muerte el tal Contreras, pero antes de exhalar el último suspiro dice con su postrer aliento: "-¡Miau!"... Conversaban varias amigas sobre el apuro más grande que habían pasado en su vida. "-Yo, -dice una-, cuando presenté mi examen profesional en la universidad". "-Yo -dice otra-, cuando tuve aquel accidente de automóvil". "-Pues yo -dice la tercera-, el mayor apuro que he pasado en mi vida fue la vez que mi hermana la bizquita me puso una lavativa"... "-Señor cura Arsilio: me enteré de que usted había aceptado oficiar una misa en un campo nudista, pero que a última hora se arrepintió". "-Es cierto, hija. Me puse a pensar dónde llevarían el dinero de la limosna"... Pacorro creyó advertir algunos inquietantes síntomas en la Pililla, su hija. Se le veía desmejorada, traía quebrado el colorcillo y en la mañana la acometían ciertos ascos. Así pues la llevó con el doctor. "-Aquí le traigo a la Pililla -le dice-. Mírela: parece un cirio, por lo pálida. Anda triste, abatida... ¿Usté qué piensa, médico? ¿Qué tendrá la muchacha?". "-Por lo que me dice -contesta el facultativo-, yo creo que melancolía". "-¿Melancolía? -repite Pacorro meneando la cabeza con escepticismo-. No; yo más bien creo que melanculiao"... FIN.
