El segundo día de la luna de miel la ingenua recién casada llamó por teléfono a su mamá y le preguntó con impaciencia: "Dime, mami: si yo soy la florecita e Impericio es la abejita, ¿cómo es que todavía no me da ni un piquetito?''... Doña Facilisa, señora de envases de poco peso (por no decir de cascos ligeros), se estaba refocilando carnalmente en su mismísimo lecho conyugal con un amigo de su esposo. El amante se mostraba inquieto: temía que de un momento a otro el marido apareciera. En eso suena el teléfono: quien llamaba era precisamente el esposo. "¿Qué te dijo? -pregunta nervioso el galán-. ¿Ya viene?''. "Va a tardar -responde con toda calma la mujer-. Está en el club jugando contigo al dominó''... El tímido galán llevó a la muchacha a comer unos tacos en "los parados''. Después la invitó a ver los aparadores, y por último la condujo de regreso a su casa. Al despedirse le pidió a la chica con temblorosa voz: "Loretela: ¿me permites que te robe un beso?''. "¡Uh! -responde ella despectivamente-. ¡Hasta para robar eres poquitero!''... Don Flacidio, maduro señor, iba por la calle cuando en la esquina lo detuvo una muchacha muy pintada. "¿Te gustaría pasar conmigo un rato agradable, guapo?'' -le preguntó. "Lo siento -responde el veterano-. Es algo tarde''. "No es tarde -replica la muchacha-. Son apenas las 9 de la noche''. "No, linda -le aclara don Flacidio con mucha tristeza en su voz-. Son unos diez años tarde''... Invitado por el licenciado José González Morfín estuve el pasado sábado en una reunión con los senadores de Acción Nacional. La experiencia fue grata para mí. Cuando entré en el salón donde iba a hablar los legisladores panistas me recibieron con un largo y cordial aplauso. Aunque era noche ya, y los senadores habían tenido una ardua jornada de trabajo, me escucharon atentamente. Con gran sentido de tolerancia y de respeto oyeron mis opiniones sobre las alianzas del PAN con el PRD y otros partidos. En el curso de mi peroración recordé una frase de Marx (el bueno, Groucho), que en una de sus películas dice estas palabras: "Soy hombre de principios firmes. Pero si mis principios no te gustan, no importa: tengo otros". Hablé de las ideas de bien que originaron la fundación del PAN, y dije que recibí el honor de que ilustrísimos panistas -don Miguel Estrada Iturbide, don Luis H. Álvarez- me ofrecieran candidaturas (a diputado y senador) por el PAN, que en ambos casos agradecí profundamente, pero que decliné porque -dije a aquellos generosos hombres- militar en un partido, y más aún ser candidato de él a un puesto público, restaría objetividad e imparcialidad a mi trabajo de columnista, vocación fundamental de mi vida. También de partidos de la izquierda -del PRI nunca- recibí invitaciones similares, que igualmente decliné. Al terminar mi charla los senadores panistas se pusieron en pie para aplaudirme, y luego, en amistosa mesa, comentaron mis señalamientos y me dieron sus puntos de vista sobre ellos. Fue ésa para mí, vuelvo a decirlo, una experiencia gratísima y valiosa que desde aquí agradezco nuevamente al senador González Morfín y a sus compañeras y compañeros en el Senado... La vaca y el toro se encontraron en el prado. "Me llamo Clavelinda -dice la vaca-. Pero dime nomás Clavel, pues con los años se me acabó lo linda''. "Mi nombre es Agapito -se presenta el toro-. Pero dime no más Aga. A mí también los años me han maltratado mucho''... Furiosa por la enésima tardanza de su esposo, la señora se determinó a no admitirlo en la casa. Llegó el individuo a las 2 de la mañana y empezó a pegar de gritos y a dar grandes golpes en la puerta. Decidida, la señora se asomó por la ventana del segundo piso y le comunicó que no iba a abrirle. El borracho elevó aun más el tono de la voz, con lo que todos los vecinos salieron a ver lo que pasaba. El ebrio se dirige a ellos: "Mi mujer no me quiere dejar entrar, amigos -les dice-. Presume de virtuosa, pero para que lo sepan, le hice el amor desde antes de casarnos''. "Eso no tuvo gracia, vecinos -informa la mujer desde la ventana-. Lo mismo hicieron todos sus amigos''... FIN.
