"Usted le dijo a sor Bette que estaba embarazada?". Eso le preguntó la superiora del convento al joven médico. "Así es, madre -respondió el facultativo-. Su monjita traía un ataque muy severo de hipo, y para quitárselo por medio de un susto le dije que estaba embarazada". Contesta muy enojada la reverenda: "Y el hipo se le quitó, lo reconozco. Pero al padre capellán le dio un infarto"... Un hombre y su amiguita estaban haciendo el amor desaforadamente en el departamento de él. En eso sonó el despertador. "¿Por qué lo pusiste? -pregunta ella-. Son apenas las 12 de la noche". Explica el tipo sin dejar de hacer lo que estaba haciendo: "Es que a esta hora cobra plenos efectos mi divorcio. Ya no estoy cometiendo adulterio, y puse el despertador para ver si notaba alguna diferencia"... A esa chica le dicen "El semáforo". Después de la medianoche ya nadie la respeta... "¿Se acuerda de mí, padre? -le preguntó un hombre a don Arsilio-. Soy Eroticio, aquel que hace años se confesaba con usted cada semana porque todas las noches tenía una mujer distinta. Usted me exhortaba a la continencia y a la castidad. Quiero decirle que ahora estoy practicando un género de vida que excluye el sexo casi por completo". "Me alegra saberlo, hijo -le dice el padre Arsilio-. ¿Qué género de vida es ése?". Responde el tipo: "Se llama 'matrimonio"... Este día celebramos el cumpleaños de la señora más violada en México: doña Constitución. Los primeros en violarla fueron precisamente los encargados de velar por ella, quiero decir los legisladores. Tantas reformas y adiciones le han hecho que no la reconocerían ya los mismísimos que la engendraron. En los países donde hay respeto por la ley la Carta Magna es un sobrio documento que enumera una serie de principios sobre los cuales se constituye y organiza la vida política de la Nación. En México la Constitución se ha convertido, por mala obra y desgracia de las sucesivas presidencias imperiales, en un enorme y casuístico mamotreto donde se contienen normas de todo orden y desorden, entre ellas algunas que deberían formar parte de leyes secundarias, y aun de reglamentos. Habrá que hacer una nueva Constitución. Y, más importante aún, habrá que formar una nueva generación de mexicanos que no se pasen todos los días por no voy a decir dónde la ley fundamental de su país... Un joven cirujano estético estaba en su consultorio con un amigo. Entró una mujer de bello rostro y exuberantes curvas. Abrazando con cariño al médico le dijo: "¡No tengo palabras para agradecerte lo que hiciste por mí! ¡Me has devuelto mi juventud y mi belleza!". Tras decir eso la mujer salió. El cirujano, muy orgulloso le comenta a su amigo: "Es mi mamá". En eso llega otra hermosísima mujer, más guapa aún que la anterior. Le dijo al médico echándole los brazos al cuello: "¡Gracias! Yo era fea, desmedrada, sin atractivo alguno. Tú me convertiste en una Venus irresistible. Por ti soy una mujer nueva. ¡Mi gratitud te acompañará toda la vida!". Sale la mujer, y le dice con gran orgullo el médico a su amigo: "Es mi hermana". Apenas acababa de decir tal cosa cuando irrumpió en el consultorio otra mujer, más bella aún que las dos que la habían antecedido. Su rostro era perfecto, como de actriz de cine. Su cuerpo mostraba incitativas redondeces: tenía bubis grandes y turgentes; lucía en la parte posterior dos armoniosas prominencias que se movían cadenciosamente a cada paso que daba ella; sus piernas tenían proporciones clásicas cuya sola vista provocaba el erótico pensamiento de hacerlas a un lado. Se planta le bellísima fémina frente al cirujano y le dice, furiosa: "¡Eres un imbécil! ¡Mira cómo me dejaste! ¡Jamás te perdonaré lo que me hiciste! ¡Me echaste a perder la vida! ¡Eres el colmo de la ineptitud y de la estupidez!". Así diciendo la mujer salió dando un portazo. "¿Quién es?" -preguntó con asombro el amigo. Contesta, desolado, el cirujano plástico: "Es mi papá"... FIN.