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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Jactancio, después de hablar de sí mismo durante más de una hora, le dijo a la chica que lo acompañaba: "Pero ya hemos hablado mucho de mí, linda. Ahora dime: ¿qué piensas tú de mí?". Otro individuo, Meñico Maldotado, estaba con su novia en un restorán. Ella, perdida la mirada en el vacío, le daba vueltas a su copa de vino tomándola por la parte gruesa, la que contiene el líquido. Meñico, molesto por el silencio de su pareja, le preguntó: "¿Por qué no hablas?". La muchacha se disculpó, apenada: "Perdóname. Estaba pensando en un novio que tuve". Replica él, amoscado: "¿Y por qué no piensas mejor en mí?". "Tienes razón" -admite ella. Y así diciendo empezó a darle vueltas a la copa tomándola ahora por la estrecha cañita que está entre la parte alta y la base. (No le entendí). Yo también soy vanidosillo, reconózcolo. ¿Quién que es no es vanidoso? Todos nos sentimos el centro del Universo. Eso se explica porque cada uno de nosotros es, en efecto, el centro de su universo. La totalidad de las criaturas y las cosas se da en torno de cada ser humano, aun del más humilde. Los demás, incluidos los grandes y poderosos, giramos alrededor de él. Mi egocentrismo, por fortuna, recibe fuertes llamadas de atención. Uno de mis cuatro lectores, joven él, me contó que hace unos días se enteró de que iba yo a estar en su ciudad. Le preguntó a un amigo: "¿Ya sabes que va a venir Catón?". El amigo le contestó: "¿Y tocan bien los güeyes?". Desconocido yo para él, eso de "Catón" le sonó como a nombre de banda. ¡Bendito sea el Señor por esas convocatorias a practicar la santa virtud de la humildad! A pesar de ellas, con frecuencia hablo de mí. Es el tema que conozco mejor, y sé que a mis lectores les agrada enterarse de mis peregrinares por este mundo que cada día es menos ancho y más ajeno. Debido a eso me atreví ayer a preguntarles: ¿a que no saben a qué fui el pasado miércoles a la Ciudad de México? Aunque nadie respondió: "¿A qué?" -otra convocatoria a la humildad-, lo digo ahora. Por dos motivos viajé a la Capital. El primero, para compartir con Carlos Slim Domit y la gran familia Sanborn's la alegría por el éxito que tuvo la campaña "Cocina de autor", en la cual un escritor y un chef se unieron para crear un platillo. Tuve el honor de participar en el programa junto a una pléyade de ilustrísimos autores, y mi ego -otra vez mi ego- se sintió gratificado cuando el joven y amabilísimo anfitrión dijo en sus palabras: "Están aquí los mejores escritores y los mejores chefs de México". Y ahí estaba yo, aunque los chefs no sabían que yo era escritor, y los escritores pensaban que yo era chef. El segundo motivo de mi viaje fue el de firmar sendos contratos con Diana, del Grupo Planeta, mi muy querida casa editorial, para escribir dos libros. Uno se llamará "Antonio López de Santa Anna, ese espléndido bribón", y el otro tendrá por título este sonoro nombre: "Los mil mejores chistes que conozco, y otros 100 más buenos aún". Mis sabios editores aseguran que ambas obras serán nuevos éxitos de librería. Confío en que mis cuatro lectores me ayudarán a confirmar ese pronóstico. Pero ya he hablado demasiado de mí. Díganme ahora: ¿qué piensan ustedes de mí?... Una mujer fue con el ginecólogo y le pidió que le implantara la T de cobre, un dispositivo intrauterino que sirve para evitar la concepción. Le preguntó el facultativo: "¿Por qué quiere usted llevar ese artefacto?". Replicó ella: "Necesito cuidarme, pues estoy teniendo sexo con el abarrotero, el boticario, el carnicero, el chofer, el director de la escuela, el ebanista, el fotógrafo, el guardia, el heladero, el ingeniero, el joyero, el karateca, el lechero, el mecánico, el notario, el odontólogo, el portero, el quesero, el relojero, el sastre, el taxista, el urólogo, el veterinario, el windsurfista, el xerógrafo, el yerbero y el zapatero". El médico, después de oír esa pormenorizada relación, hecha además en riguroso orden alfabético (¡sólo la eñe se le escapó a la bárbara!), le recomienda a la mujer: "Señora: en vez de ponerse usted la T de cobre póngase la P de -uta y cobre"... FIN.

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