Un señor le dice a otro: "Por poco me gano el premio mayor de la lotería. Un adivino me ofreció decirme el número ganador. Me preguntó mi edad. Le dije: '50 años'. Me preguntó la edad de mi mujer. Le dije: '45'. Luego me preguntó si había tenido yo alguna experiencia sexual con persona de mi mismo sexo: '¡Ninguna, claro!', le respondí ofendido. El adivino combinó los números y me indicó: 'Entonces compre el billete 50450'. Lo compré. ¡Y el número que ganó el premio fue el 50451!". En la fiesta el romántico joven le pregunta a la pizpireta chica: "Dime, Deslicia: ¿crees en el amor a primera vista?''. "Sí -contesta ella-. Ahorra bastante tiempo''... Un petrolero texano se presentó ante el juez. "Quiero divorciarme de mi mujer -le dijo-. Es una adúltera. La sorprendí entregando a otro hombre lo que es de mi propiedad''. "Un momento -lo interrumpe el juez-. El cuerpo de su esposa no es de su propiedad. No puede usted considerarlo como si fuera uno de sus terrenos petroleros''. "Posiblemente no -replica el texano-. Pero en todo caso tengo derechos exclusivos de perforación sobre él''... Un padre de familia daba sabios consejos a su hijo. "Y recuerda -le dice con solemnidad-, que el dinero no puede comprar amor''. Arriesga el chico: "Pero sí puede ayudar a alquilarlo, ¿no?''... El recién casado le pregunta a su flamante mujercita: "¿Hay cubitos de hielo, mi vida?''. "No -responde ella-. Este día no vino la muchacha, y sólo ella tiene la receta''... Don Cornulio regresó de un viaje antes de la fecha en que había anunciado su retorno, y se enteró de que su esposa había salido. Le pregunta a la criadita: "¿Iría de compras?''. "No lo creo, señor -responde la mucama-. Por la forma en que iba vestida creo que más bien iba de ventas''... Homme qui se noie, s'acroche à toute branche. El hombre que se está ahogando, de cualquier rama se coge. En apuros se encuentra Sarkozy. A la altura del suelo anda su popularidad; nadie da una higa por su futuro. Y un político no conoce ningún límite con tal de mantenerse en el poder. Por eso el mandatario francés ha llegado, en el caso de Florence Cassez, a extremos que deberían avergonzarlo, y avergonzar a su país. Es absolutamente indigna la forma en que ha echado mano del patrioterismo nacionalista y de la xenofobia para conseguir sus fines. No está defendiendo a una víctima inocente, ni aboga por alguien que sufre injusta prisión por sus ideas. Las evidencias muestran sobradamente que Cassez tuvo participación en acciones criminales, y que lo hizo con sevicia, con extremada crueldad. Sería risible, si no fuera patético, ver una fotografía de los padres de esa mujer al lado del presidente galo, y junto a ese retrato otro que muestra a esos mismos padres acompañando al criminal con quien vivía su hija. El anuncio hecho por Sarkozy en el sentido de que los actos del llamado Año de México serían dedicados a una delincuente no sólo constituye una mayúscula torpeza diplomática: es además una provocación grosera. Hizo muy bien nuestro Gobierno al suspender su participación en ese evento. El Presidente Calderón merece nuestro apoyo y nuestro aplauso. Si ante la coacción no se debe ceder, ante la estupidez menos. En una fiesta el anfitrión le preguntó a Babalucas: "¿Toca usted el piano?''. Contesta el tonto roque: "La verdad, no sé. Nunca lo he intentado''... El agente de seguros le dice a la mujer: "Pero, señora: no puede usted cobrar el seguro de vida de su esposo. Todavía no está muerto''. "¿Que no? -replica airada la mujer-. ¡Si lo viera en la recámara!''... Don Algón, salaz ejecutivo, invitó a merendar a la muchacha de prominentes encantos. Al parecer la chica había tenido todos los roces, menos el social, porque después de que su invitador pidió un capuchino le dijo ella al mesero: "A mí tráigame lo mismo. Y un cafecito, por favor''... En el campo nudista el apasionado galán le dice a la muchacha: "¡Te adoro, Rosibel! ¡Cada vez que te veo brotan impulsos de amor de lo más profundo de mi ser! ¡Mi cuerpo y mi alma te reclaman con deseo vehemente! ¡Cuando estoy en tu presencia surgen en mí todas las fuerzas de la Naturaleza con ímpetu triunfal!''. Ella baja la vista. "¿Acaso te ofendí, mi cielo? -se apena el galán-. ¿Por qué bajas la mirada?''. "Para ver si es cierto'' -contesta Rosibel... FIN.