Silly Kohn, vedette de moda, visitó a su amiga Nalgarina en su departamento. Pocos días antes Nalgarina había cambiado su cama individual por una king size. Ve aquello Silly Kohn y le dice a su amiga: "Veo que estás ampliando el negocio"... El siquiatra le informa a la señora: "Su marido tiene doble personalidad". "No es cierto -responde ella-. Si así fuera lo haría dos veces, y a duras penas completa una"... Llegó la esposa del científico a su laboratorio, y lo sorprendió en trance de concúbito con su joven y linda ayudante. "¿Qué es esto, Vitricio?" -le preguntó en paroxismo de iracundia. "¿Ya no te acuerdas, Burcelaga? -le contesta el científico-. Te dije que iba a tratar de producir la vida en condiciones de laboratorio"... Doña Panoplia, dama de sociedad, le pregunta a Pepito: "¿A quién te pareces, buen niño? ¿A tu papá o a tu mamá?". Responde el chiquillo: "De la cintura para abajo me parezco más bien a mi papá"... Dice en la fiesta el sesudo intelectual: "El poder de la cultura es grande. Conozco a una mujer que se casó con un necio y lo está haciendo sabio". "En cambio -apuntó un sujeto que bebía con entusiasmo- yo conozco a una mujer que se casó con un sabio y lo está haciendo indejo"... Hay cosas en este mundo que son muy difíciles de entender. El Poema de Parménides, por ejemplo. O "El ser y el tiempo" de Heidegger. O los variables sentires femeninos, ante los cuales esos rendidos servidores de la mujer que somos los varones nos quedamos patidifusos, turulatos, sin distinguir la o por lo redondo. Pero lo más difícil de entender es el sistema tributario mexicano. Ni Einstein lo descifraría, así resucitara especialmente para ello. Lleno de laberintos, dédalos, meandros, recovecos, marañas y complicaciones, ese sistema hace que el contribuyente tenga problemas para pagar sus impuestos, y quede expuesto a multas y otros castigos mayores por no cumplir con puntual exactitud todas las exigencias de ese confuso maremágnum que es la legislación fiscal. Para colmo tales reglas son cambiadas un día sí y otro también. Las famosas "misceláneas fiscales" llegaron a ser cosa pintoresca, por la frecuencia con que aparecían y por la facilidad con que hoy presentan como negro lo que ayer presentaron como blanco, y viceversa, y al contrario, y al revés volteado. Entre las muchas reformas que este país requiere para tener derecho a llamarse una nación civilizada está una reforma fiscal de fondo que haga más amplia la base de tributación y que trate a los contribuyentes como ciudadanos en vez de verlos como enemigos a quienes se debe acosar con normas ininteligibles que pesan sobre ellos como ominosa espada de Damocles. ¡Bárbaro columnista! Eso de la espada de Damocles me hizo sentir un calosfrío que me erizó los cabellos en la nuca y me produjo otros efectos que no son para mencionarse aquí. Narra algunos cuentecillos que nos devuelvan el sosiego y la serenidad. Los vaqueros vieron a un indio tendido en medio del camino, con la oreja pegada al suelo. "Carro grande -dice el indio-. Cuatro mulas: una torda y tres coloradas. Lleva familia: hombre alto, de bigotes; mujer con trenza; niño y niña rubios; perro, gato y canario". "¿Cómo sabes todo eso? -pregunta uno de los vaqueros con asombro. Responde el indio: "El carro me acaban de pasar por encima"... La señora merendaba en su casa con una amiga. "Mi marido -le cuenta- se hizo la vasectomía". La criadita, que en ese momento servía el té, comenta con una gran sonrisa: "¡Éjele! ¡Eso lo dice la siñora para que yo me confíe!"... El padre Arsilio fue a una cena de caridad. A fin de entablar conversación con su vecino de mesa le preguntó cuántos hijos tenía. "Tengo 20" -le contesta el hombre. "Te felicito, hijo mío -le dice con dulce voz el padre Arsilio-. Eres un maravilloso ejemplo de la fecundidad católica". "Soy protestante, padre" -aclara el individuo. "¡Santo Cielo! -clama entonces el Padre Arsilio-. ¿A quién se le ocurrió sentarme al lado de un maniático sexual?"... Le dice el ginecólogo al marido: "Su esposa no está embarazada, señor. Lo que trae es puro aire". "¡No puede ser! -se enoja el hombre-. Tenemos seis meses de casados, y hemos hecho el amor casi todas las noches. ¡Ya debe estar embarazada!". "Pues no lo está -repite el médico-. Ya le digo que lo que trae es puro aire". El tipo se levanta para retirarse. "Antes de que se vaya -le pide el ginecólogo-, ¿no sería tan amable de bajarse el zipper e inflarme estos cien globos para la piñata de mi hijo?"... FIN.