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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La vida sexual de don Inepcio y doña Freda era muy aburrida. Hacían el amor una vez por semana, siempre los sábados, e invariablemente de 9.10 a 9.13 en punto de la noche, aprovechando los comerciales del programa televisivo "La ruleta del saber", concurso de preguntas y respuestas. Interrogaba el conductor: "¿Qué significa la palabra 'ménsula'?". Arriesgaba el concursante: "¿Pendéjula?", y ellos ya habían terminado. Tan rápida era aquella efímera coición que en las noches sabatinas don Inepcio no se ponía piyama para ir al lecho conyugal: vestía traje de jockey. Todo se reducía a un acelerado in and out. Tampoco doña Freda ponía nada de su parte. Su ginecólogo le preguntó una vez: "¿Es usted sexualmente activa?". "No -respondió ella-. Nada más me pongo". En cierta ocasión su marido se equivocó de día, y un viernes le anunció que iba a hacerle el amor. "Sobre mi cadáver" -se opuso ella-. Hoy es viernes". "También sobre tu cadáver lo hago el sábado" -replicó don Inepcio. Algo le disgustaba a este señor: mientras él se afanaba -siquiera brevemente- en ese yogar desangelado, su mujer cumplía otros menesteres: comía pinole; resolvía un crucigrama; tejía un suéter de estambre. "Para ocuparme en algo", explicaba. Ni siquiera imitaba a Su Majestad Británica, la reina Victoria, quien confesaba a sus amigas que cuando el príncipe Alberto, su consorte, le hacía el amor, ella cerraba los ojos y se ponía a pensar en Inglaterra. A doña Freda no se le ocurría pensar en México, a pesar de la difícil situación por la que el País atraviesa hoy. Hubo sábados en que se dedicó a leer los informes del Plan Quinquenal Agrícola de Novgorod. Dijo que eso era más divertido que la cuestión sexual. Para aquel matrimonio, entonces, el connubio carecía de interés. "¿Qué te sucede?" -le preguntaba a su esposa don Inepcio en el curso de aquellos efímeros contactos-. ¿Tampoco tú puedes pensar en otra persona?". ¡Qué pena! Había más sexo en las apreturas del Metro que en el trato carnal de don Inepcio y doña Freda. Y sin embargo hay muchas formas de enriquecer el gozo que deriva de la íntima relación de la pareja. La doctora Westheimer recomienda la mutua exploración de los cuerpos; la variación de las posturas amorosas; el empleo de las manos y la boca para aumentar el deleite sensorial; el vestir ropa seductora; el ver juntos imágenes eróticas; el uso de juguetes sexuales; el compartir juntos las fantasías de cada uno, siempre en un cálido ambiente de amor y de respeto a la persona y a la libertad del otro. Nada había que diera interés y variedad a la relación entre doña Freda y don Inepcio. Una vez ella ideó vestir ropa provocativa para excitar a su marido e inducirlo a la voluptuosidad. Ordenó por catálogo un atuendo hecho en piel negra, con aplicaciones metálicas, antifaz del mismo color y capa roja. Llegó don Inepcio a la casa, vio a su mujer vestida así y le preguntó: "¿Qué hay de cenar, Batman?". Ella se quejaba del estilo amoroso de su cónyuge. Le decía: "Haces el amor en la misma forma en que el plomero hace su trabajo cuando le pido que venga a arreglar algo en la cocina". "¿Cómo?" -se amoscaba don Inepcio-. Respondía doña Freda: "Rápidamente; mal; y luego yo debo terminar las cosas por mí misma". (Esto no lo entendí). El colmo sucedió el día que don Inepcio, mal aconsejado por amigos canallescos, habló con doña Freda y le dijo: "Debemos reconocerlo, esposa mía: nuestra vida sexual es deplorable. Todo en ella es aburrimiento, hastío, tedio, desgano, fastidio , indiferencia, dejadez, abulia y apatía. Es más divertida la junta anual de accionistas de La Mutual S.C.L., compañía de seguros, que la manera en que hacemos el amor. He pensado, entonces, en un último recurso para alejarnos de la rutina y poner en nuestras vidas aventura y emoción. Quizás así se podría salvar nuestro matrimonio". Preguntó doña Freda, interesada: "¿En qué consiste ese último recurso". Sugirió don Inepcio: "Tú tendrás aventuras con otros hombres, y yo a mi vez tendré aventuras con otras mujeres". "Uh, no -respondió doña Freda con desdén-. Ya probé eso, y no funciona". FIN.

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