"Mi mujer me dijo que tendremos sexo nomás un día al mes -les confió un tipo a sus amigos-. Al parecer profesa ahora un credo orientalista que da más importancia al espíritu que al cuerpo". "Pues eres afortunado con una vez al mes -le indica uno de los amigos-. A nosotros ya nos avisó que eso del sexo queda definitivamente cancelado". Le dijeron a cierta intelectual: "El cabaret Ucho presenta en su variedad a una mujer que pesa 300 kilos teniendo sexo con un asno en un estanque lleno de estiércol y de lodo. ¿Qué piensa usted de eso?". Responde la intelectual: "No tengo nada contra ese espectáculo si se lleva a cabo con dignidad". La asistente del siquiatra le informa: "Está aquí ese señor que se cree el Hombre Invisible". Contesta el analista: Dígale que ahora no lo puedo ver" . Solían los tabasqueños de antes, cuando eran invitados a comer o cenar en otra casa, dejar en el plato una porción pequeña de comida. Con eso mostraban su buena educación, apartaban de sí toda sospecha de glotonería, y probaban que habían comido no por hambre, sino por gusto. Al bocado que dejaban se le llamaba "la política". Bien puesto el nombre, a fe, pues entre otras cosas el término "política" es sinónimo de urbanidad y cortesía. Desde luego los actuales modos de hacer política están muy alejados de lo político. Cenas de negros parecen las de los rojos, azules y amarillos. Quien exhortara a los partidos a comportarse con conducta -así dice la gente del Potrero- clamaría en el desierto como Juan el Bautista, araría en el mar como Bolívar, o buscaría respuestas en el viento a la manera de Bob Dylan. Una elección importante se avecina: la del Estado de México. Veo ese proceso electoral como antesala de la elección de Presidente el año próximo. Dicha jornada sería entonces una especie de ensayo general para la madre de todas las elecciones: la presidencial. Ojalá los partidos, sus candidatos, y todos los actores de la ocasión mexiquense actúen con verdadero sentido de política. Ésta, a más de las buenas maneras, debe incluir un contenido ético que haga de la acción de los políticos una tarea tendiente al bien común, y no una sórdida busca del poder por el poder mismo, y por el botín de dinero y lucros indebidos de todo orden y desorden que los triunfos políticos suelen traer en México. Pero mejor paso a otro tema, porque nadie me está haciendo caso. Al empezar la noche de bodas el recién casado se presentó al natural ante su desposada. Su cuerpo estaba lleno de tatuajes: en el brazo derecho mostraba un corazón atravesado por una flecha; en el izquierdo un ramo de flores con la palabra "Madre"; le cubría el pecho un barco velero, y en la región abdominal llevaba el dibujo de una mujer desnuda que agitaba las caderas, voluptuosa, cuando el hombre movía la panza. Le dice la novia a su galán: "Me temo, Tatú, que no nos vamos a entender. A mí me gusta el arte abstracto". (Y el hombre, según se ve, prefería el hiperrealismo). Pepito le dice al novio de su hermana: "Vi lo que Bandolina y tú hicieron anoche en el sillón grande de la sala". El galán empalidece. Saca la cartera y le da 100 pesos al chiquillo. "Ten esto, y no le digas nada a nadie". "¡Eres a todo dar! -le agradece Pepito-. ¡Los otros me dan cuando mucho 20 pesos!". En horas de la madrugada el bebé rompió a llorar. La madre le pidió a su marido: "Hazle el biberón al bebé". "Estoy muy cansado -masculló él-. Haré el siguiente". Llegó otra vez la noche, y el bebé volvió a llorar. "Levántate -le pidió la señora al hombre-. El bebé quiere su biberón, y tú dijiste que esta noche tú harías el siguiente". Aclara el tipo: "El siguiente bebé, no el siguiente biberón". El señor cura cumplió 25 años de ministerio pastoral. Le preguntó el obispo: "Dime la verdad, Arsilio: en tu vida de sacerdote ¿has tenido trato de fornicio con mujer?". "Solamente 10 veces, Su Excelencia" -responde el párroco. "Bueno -condesciende el dignatario-. Después de todo no es mucho". Explica con humildad el padre Arsilio: "Es que apenas empecé ayer". FIN.