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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Noche de bodas. El primer trance nupcial fue de tal modo entusiástico que el novio quedó desmadejado sobre el lecho, exánime, extenuado, laso, quebrantado, desfallecido, exangüe y agotado. Su mujercita, en cambio, salió del amoroso encuentro pimpante y donairosa, lozana, exuberante, salerosa, fresca como una lechuga. Bien lo dijo aquel ínclito médico, Galeno: "Triste est omne animal post coitum, praeter mulierem gallumque". Todo animal se pone triste después del coito, excepción hecha de la mujer y el gallo. Vio la ingenua muchacha la abatida entrepierna de su galán, y el gozo se le volvió desolación. Exclamó con afligido acento: "¡Ah! ¡Ya nos la acabamos!"... Doña Panoplia, dama de la alta sociedad, gusta de exornar su plática con giros que ella supone culteranos, pero que son en verdad graciosísimos dislates. El otro día, por ejemplo, habló del río Mingitorio, cuando quería referirse al Orinoco. En otra ocasión dijo que en Venecia se había paseado en una glándula, por decir góndola. A propósito de la catástrofe en Japón, habló de los damnificados por el surimi. Quería significar tsunami. Un gran damnificado tenemos ahora en México: Marcelo Ebrard. Dos tsunamis lo arrollaron casi al mismo tiempo. El primero: su fallida injerencia en la elección de la directiva perredista. El segundo: la frustrada alianza PAN-PRD en el Estado de México. Sobre el ring de lucha libre se enfrentan casi siempre técnicos y rudos. En las peleas de box suelen combatir con frecuencia un ponchador y un estilista. Pues bien: el ponchador y rudo López Obrador ha dejado ya muy atrás al técnico y estilista Ebrard. Se antoja ahora muy difícil la presencia de dos candidatos de la izquierda en la elección presidencial. Todo apunta a la candidatura única de López Obrador, apoyado velis nolis -a querer o no- por un Marcelo Ebrard esperanzado en el triunfo del PRD y partidejos que lo acompañan, para seguir él en la lista de la sucesión. Muchas cosas pueden pasar antes de 2012, por supuesto, pero hoy por hoy el panorama se ve así... Silly Kohn tenía fama de ser la call girl más cara en la ciudad. Únicamente los más ricos burgueses propietarios de empresas poderosas, o el dueño de algún partido político defensor de los pobres, podían aspirar a obtener sus favores. Cierto día llegó con Silly un hombre de condición modesta. Le dijo que se llamaba Páupero Sindín. Había visto en su pueblo -le contó- una revista donde venía un retrato de ella, y al punto se enamoró de su hermosura. Ahorró durante varios años para poder alcanzar su favor y cumplir así la mayor ilusión de su vida. Después de hacer ese conmovedor relato, el hombre le preguntó con timidez a Silly a cuánto ascendía el monto de su tarifa, honorarios, coste o arancel. Ella le dio la información. Al escuchar la suma se le cayeron al infeliz las alas y todo lo demás. "No pensé que sería tanto -dijo con tristeza disponiéndose a salir-. Perdone usted". "Espera -lo detuvo Silly-. Me emocionó tu historia. Te cobraré la mitad". "Gracias de cualquier modo, señorita -replicó Sindín, humilde-. Pero también esa cantidad está por completo fuera de mi alcance". "Dime entonces, guapo -le preguntó Silly , que de repente solía sentir ímpetus caritativos-. ¿Cuánto traes?". Respondió apenado el visitante: "200 pesos. Es lo que en estos años pude ahorrar. Y todavía tengo que separar lo del camión". "Caray -sonrió Silly-. Por ese dinero igual no te voy cobrar nada. Ven conmigo". Así diciendo lo llevó de la mano a su budoir. Ahí el extático pueblerino corrió el mejor de los caminos, y lo hizo como a él le gustaba: de gorra. (En el caso de un hombre que goza a título gratuito los favores de una mujer de paga, eso se llama "cachuchazo"). Terminada la filantrópica ocasión, la bella Silly encendió en su larga boquilla de ámbar un cigarrillo turco, y le preguntó, curiosa, a su satisfecho galán: "¿Por qué me buscaste precisamente a mí, si bien sabías que soy la mujer más cara en los contornos?". "¡Ah!-exclama Sindín con ademán y tono mayestáticos-. ¡Es que cuando se trata de darle gusto al cuerpo no me detengo en gastos!"... FIN.

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